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  • Por: Máximo Sánchez
  • domingo 20 febrero, 2022

Las improvisaciones del gobierno de Abinader

El Partido Revolucionario Dominicano, en su versión PRM, comenzó su gestión el 16 de agosto del 2020 con sus viejas falencias tratando de adaptar el Estado y sus reglamentos a sus necesidades partidarias.

Una de las recientes joyas de esta endeble corona que, mantiene este sector político, ha sido la modificación a la ley que reglamenta el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados; esa ley establecía que el puesto de director de esa institución debe ser ocupado por un ingeniero civil, con un grado en ingeniería sanitaria.

Pero, vino a ser que, en todo el PRM no existe un ingeniero con esta cualificación; y cómo las posiciones del Estado, cuando gobierna esta facción política deben ser exclusivas para los perredeístas como dice la famosa proclama del Dr. Guido Gómez, hubo de ajustarse la ley para que esto se cumpliera.

La destitución del Dr. Plutarco Arias como Ministro de Salud, sorprendió al país por lo reciente de su nombramiento al frente de la cartera de salud; y era de esperarse la sorpresa por lo delicado de la situación que pasábamos con la pandemia encima; pero, un día nos fuimos a dormir y cuando nos amaneció, el Ministro había sido cancelado.

Nunca se explicó, ni se explicará qué pasó con el Dr. Plutarco Arias; aquella polémica por la compra masiva de jeringuillas, la suponemos sólo como una cortina de humo. El negocio de la salud, en apariencia no quedó bien establecido con el nombramiento del Dr. Arias; y por tanto había que ajustarlo de acuerdo a las apetencias requeridas por el sector que representa la Vicepresidenta de la República.

Posiblemente el gobierno del presidente Abinader, sea recordado como el gobierno del cangrejo, pues son numerosas las decisiones que luego de tomarlas, se ha visto obligado a echarlas hacia atrás.

Los intereses empresariales, priman tanto en el mandato de Luis Abinader que, sus asesores legales no son escuchados, ni siquiera consultados, a la hora de tomar decisiones críticas con respecto a los bienes del Estado; por eso el Presidente puso el gran huevo del Fideicomiso de Punta Catalina. Por esta razón, Abinader se vio obligado a bailar el estribillo del merengue “un pasito para atrás, por favor”.

En el manejo de la pandemia del Covid-19, a pesar de lo sustancioso que ha sido el negocio de la compra de insumos médicos para el control de la enfermedad, el gobierno no pudo manejar de una manera adecuada esta situación. Las decisiones e indecisiones, se adueñaron de las instancias reguladoras del área de salud.

La mayoría del pueblo dominicano, estaba convencido de que la vacunación era la medida para asegurar su salud; y desde el principio se habló de dos dosis de vacuna, pero sin el grueso de la población haber accedido a esas dos dosis, de repente el gabinete de salud, se destapa con el llamado a una tercera dosis, confundiendo a toda la colectividad.

El llamado a esa tercera dosis, no se debió a las directrices de la comunidad médica internacional que, en ese momento no se había puesto de acuerdo en el asunto, sino al interés de los importadores del sector salud, que necesitaban engrosar sus arcas con más fondos del Estado.

El último huevo puesto por Luis Abinader, es el llamado a flexibilizar las precauciones frente a la pandemia; una pandemia que en su existencia lleva 5 olas de ataque. Mientras en los países desarrollados, la policía enfrenta manifestaciones en contra de las restricciones; y en los edificios públicos y privados, le exigen a todo el mundo el uso de mascarillas; nuestro Presidente, en un puntito del Caribe, llama a prescindir de la protección.

Bueno si Luis Abinader, no ha roto el récord de las improvisaciones, por lo menos mantiene el mejor de los promedios. 

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