Roland Garros es el primer gran evento deportivo que acoge Francia desde que los atentados del pasado 13 de noviembre convulsionaron al país y lo situaron en estado de emergencia.
El Grand Slam de tierra batida es, a la vez, campo de ensayo y prueba de fuego de las medidas de seguridad en un país que, en los próximos meses, se apresta a recibir dos pruebas mucho más complicadas: la Eurocopa y el Tour de Francia.
Concentrado en el club del oeste de la capital que acoge sus pistas, el torneo se ha dotado de una mayor seguridad, una prueba relativamente fácil porque el perímetro no es demasiado grande y porque es siempre el mismo.
Más complicado será mantener la seguridad en las diez sedes de la Eurocopa y en el volátil Tour. Roland Garros, en ese sentido, se gestiona mejor.
Aunque el incremento de las medidas de seguridad afecta a todo el mundo, los tenistas no parecen haber notado molestias por el momento. Todos ellos aseguran que las llevan bien. "Me siento segura", aseguró la española Garbiñe Muguruza.
Antes del estado de emergencia, los tenistas ya estaban bastante protegidos, tanto de eventuales amenazas como de los en ocasiones molestos aficionados.
El incremento de la seguridad es más notable para los aficionados que se acerquen hasta el estadio, a quienes los organizadores han avisado de que vayan con tiempo suficiente para atravesar diversos controles.
Roland Garros está rodeado de un doble perímetro de seguridad vallado, algo que es nuevo en el estadio del Bois de Boulogne.
Además, los espectadores y personal acreditado deben acceder por uno de los tres puntos obligados de acceso situados por los organizadores en los aledaños del complejo.
Allí se efectúa un primer control de las mochilas o bolsos y se accede al primer perímetro de seguridad.
Desde allí, es preciso dirigirse a las puertas de acceso indicadas donde figura el segundo control. De nuevo, personal de seguridad controla mochilas y bolsos y, sistemáticamente, cada persona que entra al complejo es cacheada, otra novedad con respecto a ediciones anteriores.
Otra de las diferencias es el incremento de la presencia policial en los aledaños de Roland Garros, más numerosa y, sobre todo más visible.
Con algo menos de medio millón de espectadores que se espera que acudan al Gran Slam parisiense durante la quincena, el evento aparece como una buena prueba de cómo mantener los estándares de seguridad altos en un país que vive en estado de emergencia.
Son muchos menos de los que acudirán entre el 10 de junio y el 10 de julio a la Eurocopa, donde se esperan 2,5 millones de espectadores, además de más de 7 millones de visitantes en las llamadas "fan zones".
O en el Tour de Francia que, cada mes de julio, hace que un número incontable de personas tomen las cunetas de las carreteras del país.
Las autoridades francesas son conscientes del desafío que eso implica y por eso el Gobierno decidió ampliar el estado de emergencia, declarado en la madrugada de los atentados que costaron la vida a 130 personas en París y Saint Denis, hasta el final del Tour.
Nadie duda de que el deporte está en el punto de mira del terrorismo yihadista. En la noche del 13 de noviembre los primeros terroristas se hicieron notar en los aledaños del Estadio de Francia donde el país anfitrión disputaba un amistoso contra Alemania en presencia del presidente, François Hollande.
En sus recientes confesiones a la policía, varios de los sospechosos arrestados en Bélgica, algunos de ellos implicados presuntamente también en los atentados de París, aseguraron que preparaban una acción terrorista contra la Eurocopa. EFE