La Organización de Las Naciones Unidas –ONU- abrió este martes el 71 periodo de sesiones de su Asamblea General y se prepara ya para recibir la próxima semana a los jefes de Estado y de Gobierno del mundo.
Los líderes se darán cita en Nueva York el lunes con motivo de una cumbre sobre refugiados y migrantes y a partir del martes participarán en el debate anual de la Asamblea, que una vez más contará con un sinfín de actividades diplomáticas en sus márgenes.
La guerra en Siria, la crisis de los refugiados y las emergencias humanitarias en distintos puntos del globo volverán a ocupar el tiempo de los dirigentes, que también prestarán atención a la aplicación de los acuerdos sobre desarrollo y clima alcanzados el pasado año.
Estos temas serán, a grandes rasgos, las principales prioridades de la Asamblea General durante el próximo año, según adelantó su nuevo presidente, el fijiano Peter Thomson.
En concreto, Thomson ha elegido la implementación de la nueva Agenda de Desarrollo 2030 como el tema central de su programa y contará con un equipo dedicado específicamente a ese fin.
"Durante la 71 sesión vamos a responsabilizarnos de lograr progreso significativo en cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible", dijo en referencia a las metas acordadas hace un año.
En paralelo, Thomson destacó la necesidad de "encontrar nuevos métodos para resolver conflictos enquistados, disminuir las atrocidades del terrorismo global, gestionar mejor los flujos de migrantes y refugiados y resolver las muchas crisis humanitarias".
La situación de los refugiados, en concreto, será abordada el próximo lunes por los líderes internacionales en una cumbre impulsada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y de nuevo el martes con otra cita organizada por el presidente de EE.UU., Barack Obama.
"Es momento de rechazar la retórica de la intolerancia e impulsar una respuesta colectiva basada en nuestra humanidad común", defendió Thomson.
La semana de alto nivel de Naciones Unidas llega además en plena selección de un nuevo secretario general, que debe sustituir en enero a Ban. Por ahora, el portugués António Guterres se ha establecido como el gran favorito, pero los juegos de poder en el seno del Consejo de Seguridad aún pueden inclinar la balanza por otro candidato o incluso hacer que surja algún nuevo nombre.
El opaco proceso dentro del Consejo contrasta con los esfuerzos de transparencia impulsados desde la Asamblea General por el presidente saliente, el danés Mogens Lykketoft.
Bajo su iniciativa, por primera vez los aspirantes a la Secretaría General presentaron sus candidaturas de una manera clara y las defendieron ante los 193 Estados miembros.
"Pase lo que pase en las próximas semanas, este nuevo proceso abierto ha sentado un nuevo estándar del que no debemos volver atrás", señaló Ban elogiando el legado que deja Lykketoft.
El danés centró gran parte de su trabajo en tratar de mejorar la transparencia y la rendición de cuentas de la Presidencia de la Asamblea.
Lo hizo después de que a poco de llegar al cargo estallase un escándalo de corrupción en torno a uno de sus predecesores, John Ashe, acusado de haber aceptado sobornos.
Entre otras acciones, la Asamblea General ha impulsado un código ético para sus presidentes y ha decidido que éstos deban prometer total independencia.
Thomson se convirtió en el primer presidente de la Asamblea en hacer ese juramento, que leyó con la Carta de las Naciones Unidas en mano y acompañado en el estrado por dos nietas, de 5 y 7 años.
Este martes El Consejo de Seguridad aprobó el envío de una misión política de la ONU para monitorear el cese del fuego entre el gobierno de Colombia y las FARC.
La resolución aprobada por unanimidad autoriza el envío de una misión de hasta 450 observadores y cierta cantidad de civiles a 40 sitios bastante dispersos entre sí para monitorear la entrega de armas por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y otros aspectos del acuerdo.
Los diplomáticos dicen que la misión debería estar lista para el 26 de septiembre, cuando ambas partes firmen un acuerdo formal de paz en Cartagena, y para el 2 de octubre, fecha en la que el acuerdo será sometido a un referendo nacional.
El 23 de junio, el presidente colombiano Juan Manuel Santos y rebeldes de las FARC firmaron un cese del fuego y un acuerdo de entrega de armas de los rebeldes, lo cual acercó al país al fin de una guerra civil de 52 años.
"Los colombianos tendremos la oportunidad de abrir las puertas hacia un mejor futuro, con una paz estable y duradera que habremos podido construir con el apoyo del Consejo de Seguridad y de las Naciones Unidas", dijo la embajadora colombiana María Emma Mejía, quien agradeció a Gran Bretaña e Irlanda del Norte por patrocinar la resolución que autoriza la misión política.
El embajador británico Matthew Rycroft felicitó al gobierno colombiano por alcanzar un acuerdo con las FARC.
"Es un cambio bienvenido en la rutina tener un asunto positivo con el cual lidiar dentro del Consejo de Seguridad, y también es un cambio placentero el tener que trabajar en un tema en el que el gobierno de un país acuda a nosotros sin que nosotros tengamos que acudir a ellos primero. Eso fue lo que hizo el gobierno de Colombia", subrayó Rycroft.
La guerra civil entre guerrilleros, paramilitares de extrema derecha y las fuerzas armadas ha dejado más de 220.000 colombianos muertos, unos 40.000 desaparecidos y más de cinco millones de desplazados.