BARAHONA.-Se cumplen 33 años del trágico fallecimiento Rafael Alcántara (Raffo, el Soñador), este domingo 21 de enero
Los restos de Raffo el Soñador están depositados en una tumba en el viejo cementerio de esta localidad, en la calle María Montez, donde quizás es visitado por familiares y algunos amigos el Día de los Fieles Difuntos.
Raffo nació en esta ciudad el 24 de Octubre del 1944, en una familia de músicos y compositores.
El 21 de Enero de 1985, cuando apenas contaba con 41 años, decide poner fin a su vida y sus sufrimientos, lanzándose desde lo alto de un puente en Santo Domingo.
La vida de este compositor estuvo marcada por tragedias y vicisitudes. Según dicen sus familiares y allegados Raffo fue un perpetuo soñador. Siempre vivió aferrado a la idea de ser un cantante famoso y también triunfar en el amor, razones por las cuales lo apodaron “El Soñador”.
Sin embargo, si bien es verdad que ganó reconocimiento como cantautor, el destino le tenía reservado amarguras y sufrimientos, pues la desventura lo marcaría para el resto de su vidaEn sus años de infancia fue Limpiabotas.
Quizás su pobreza fue el catalizador que le sirvió para luchar con mucho ímpetu en pos de sus sueños. En su juventud viajó a Estados Unidos y posteriormente a Puerto Rico, donde graba varias de sus composiciones, las cuales le produjeron mucha notoriedad artística.
Contrajo matrimonio y procreó un hijo, pero su esposa, así como también el hijo, perecen en un accidente de tránsito en la ciudad de Nueva York. Este amargo acontecimiento sufrido por Raffo, así como también los contratiempos que padeció en pos de sus sueños, lo inspiraron para escribir las canciones “Cadena de tragedias” y “El soñador”, las cuales reflejaron fielmente la manera de sentir de su autor. Su voz pausada y lastimera así lo confirma.
“…porque el destino traidor, de mis sueños se ha burlado…Tan sólo me dio un amor, pero ya no tengo nada…Para mí todo acabó, sólo penas tengo en el alma…”.
Luego de su viudez, nuevamente contrae matrimonio con una mexicana.
Decide radicarse en ese país con su nueva esposa, con la cual procrea tres hijos.
Pero Raffo, un tiempo después, intenta secuestrar a una de sus hijas, acción que le costó la cárcel y su posterior deportación a Estados Unidos. Regresa a República Dominicana y una vez en su patria natal empiezan a decaer sus facultades mentales.
Un tiempo después se dedica a deambular por las calles de su Barahona, como un mendigo.
Un grupo de personas caritativas de esta provincia, reúnen dinero y lo trasladan a la capital dominicana, Santo Domingo, para recluirlo en un hospital psiquiátrico de esta ciudad.
Triste final
Pasado el tiempo Raffo vuelve a deambular y mendigar, esta vez por las calles capitalinas.
Algunos amigos suyos afirman haberlo encontrado caminando sin rumbo, descalzo, en condiciones deplorables y pidiendo limosnas para comer.