Perú-El presidente dominicano, Danilo Medina, consideró este jueves que en los países de las Américas no se ha invertido lo necesario para mantener una participación en el comercio global de bienes y servicios.
Durante su participación en la III Cumbre Empresarial de Las Américas, celebrada en Lima, Perú, el mandatario, que los líderes políticos y empresariales de la región deben reconocer que las economías de la región han ido cediendo espacios en la geografía, comercio y la inversión a otras naciones que han logrado progresar más aceleradamente que las nuestras.
Medina citó el ejemplo de que Asia se adelantó en el cambio del modelo de sustitución de importaciones por el de promoción de exportaciones. Pero también, desmanteló más rápidamente las barreras a la inversión extranjera.
Enfatiza que, definitivamente, en Asia han invertido en la ampliación y modernización de la infraestructura orientada a facilitar el comercio mucho más que las Américas.
A continuación el discurso íntegro del presidente Medina:
Excelentísimo señor Martín Vizcarra,
Presidente de la República del Perú y anfitrión de la III Cumbre Empresarial de las Américas.
Honorable Señor Luís Alberto Moreno,
Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo;
Distinguidos líderes empresariales de los países de las Américas.
Señoras y señores,
Antes de comenzar, quiero expresar el gran honor que es dirigirme a ustedes en esta Tercera Cumbre Empresarial de las Américas.
Quiero a su vez agradecer al Banco Interamericano de Desarrollo, al gobierno de Perú y a todos los que han hecho posible este encuentro.
Estos espacios de acercamiento nos brindan la posibilidad de ponernos al día en las tendencias del hemisferio, de analizar posibles soluciones a los problemas que enfrentamos.
Desde una perspectiva más global, los líderes políticos y empresariales de la región debemos reconocer que nuestras economías han ido cediendo espacios en la geografía, comercio y la inversión a otras naciones que han logrado progresar más aceleradamente que las nuestras.
Hace 70 años, la participación de nuestra región en el total de exportaciones mundiales ascendía a 12.2%. Hoy apenas representa el 5.8%.
Cuando incluimos a Estados Unidos de América y Canadá, hemos bajado nuestra participación de 39.4% en 1948 a 17.6%.
China, Japón, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, Tailandia, Malasia y Vietnam, nos están ganando la carrera.
Hace 70 años, estas economías tenían una participación menor al 5% en el total de las exportaciones mundiales. Hoy día representan el 28%.
La participación en el comercio mundial es un juego de suma cero: el aumento de participación de las exportaciones de un grupo de países, como todos saben, sólo tiene lugar si la del resto cae.
Esto no quiere decir que la región hoy exporta menos que hace 70 años. Mientras en 1948 exportamos 7 mil millones de dólares, hoy estamos exportando 932 mil millones.
El crecimiento que hemos exhibido, sin embargo, muestra un considerable rezago frente al de los exportadores asiáticos.
Algunos podrían optar por no preocuparse demasiado al ver que las Américas han aumentado su participación en las exportaciones de servicios, al pasar del 19% del total mundial en 2006 a 20% en el 2016.
Pero aún en este creciente e importante segmento del comercio, los felinos asiáticos vienen acelerando el paso.
Del 15% que representaban hace 10 años, hoy nos pisan los talones con 19% de las exportaciones mundiales de servicios.
En materia de inversión, la dinámica no ha sido muy diferente.
Entre 1970 y 2016, América Latina y El Caribe recibió influjos de inversión extranjera por 2,500 billones de dólares.
China, Japón y las seis principales economías del sudeste asiático, por su parte, recibieron 4,750 billones, prácticamente el doble, a pesar de tener un territorio equivalente a la mitad del nuestro.
¿Qué es lo que ha sucedido?
En primer lugar, Asia se nos adelantó en el cambio del modelo de sustitución de importaciones por el de promoción de exportaciones.
Pero también, desmantelaron más rápidamente las barreras a la inversión extranjera.
Y definitivamente, han invertido en la ampliación y modernización de la infraestructura orientada a facilitar el comercio mucho más que nosotros.
En las Américas no hemos invertido lo necesario para mantener nuestra participación en el comercio global de bienes y servicios.
Mientras en China, Corea del Sur y Singapur, la inversión bruta total ha promediado 40%, 33% y 32% del PIB, respectivamente en el período 1980- 2017 y en los EUA ha sido de sólo 21.6%, muy similar al 21.9% que invertimos los países de América Latina y el Caribe.
En Asia, durante un largo tiempo, ha predominado el modelo de sociedad de inversión versus el de sociedad de consumo que han exhibido las demás economías desarrolladas del mundo y que nosotros en América Latina y el Caribe, hemos querido imitar.
Es cierto que durante décadas mantuvimos una serie de trabas burocráticas que encarecían el comercio y limitaban nuestra competitividad.
Pero hemos logrado reducir el tiempo que nuestros exportadores necesitan para realizar sus exportaciones.
En la actualidad, a los exportadores de la región les toma 118 horas cumplir con los requerimientos de aduanas y documentarios.
Pero de nuevo, los asiáticos no se han dormido en sus laureles.
A los exportadores del Sudeste Asiático, China y Japón, les toma 38 horas realizar sus exportaciones, equivalente a la cuarta parte del tiempo que le toma a los de nuestra región.
Debemos reconocer el esfuerzo que estamos realizando la mayoría de los países de la región para desmantelar trabas, estableciendo las Ventanillas únicas de Comercio Exterior, certificando Operadores Económicos Automáticos y habilitando las Resoluciones Anticipadas para acelerar el proceso de clasificación y origen de las mercancías.
Tenemos que continuar abriendo nuestras economías al comercio global.
Tenemos que reformar nuestras políticas comerciales para que nuestros empresarios migren desde la industria sustitutiva de importaciones hacia las empresas de exportación.
Tenemos que mercadear mejor a la región como destino atractivo para la inversión extranjera, comenzando con la adopción y el mantenimiento permanente de políticas macroeconómicas responsables y sostenibles que garanticen la estabilidad y el crecimiento.
Tenemos que fortalecer nuestras plataformas fiscales, para viabilizar el aumento de la inversión pública en infraestructuras físicas que mejoren nuestra competitividad.
Con una inversión pública en infraestructura física de 1.5% de nuestro PIB regional, no daremos alcance a los países en desarrollo de Asia cuyos gobiernos anualmente invierten el 5.1% del PIB.
Es cierto que a través de Alianzas Público Privadas podemos acelerar el paso en la tarea que tenemos todos los países de la región de satisfacer nuestras necesidades de infraestructura.
En algunos de nuestros países, producto de experiencias no auspiciosas, tendremos que esmerarnos en convencer a la población sobre los beneficios que tendrían estas Alianzas orientadas a dotar a nuestras economías de la infraestructura necesaria para fomentar el comercio y la inversión.
Tendremos también que aunar esfuerzos regionales para convencer a nuestros pueblos de que es posible expandir nuestra participación en el comercio mundial, promoviendo inversiones ambientalmente responsables, aún en sectores sujetos al embate permanente de la opinión pública como es el sector minero.
Finalmente, si queremos seguir elevando el valor agregado implícito en nuestras exportaciones de bienes y servicios, tendremos que hacer todo lo que sea necesario para reducir la brecha educativa existente entre las economías exportadoras más dinámicas del mundo y las nuestras.
En el ranking de los 10 primeros lugares de las pruebas PIISA 2015, aparecen Singapur, Hong Kong, Japón, Macao, Taiwán, Corea del Sur y China.
Ahora, ¿Cuántos países de nuestra región aparecen en ese ranking?
Ninguno.
Los retos que tenemos por delante para inundar al mundo con bienes y servicios “Hecho en las Américas” son enormes.
En República Dominicana estamos claro de que no tenemos tiempo que perder.
Por eso estamos promoviendo la diversificación de las exportaciones agrícolas y sus derivados, los que nos ha permitido convertirnos en el primer exportador de cigarros del mundo.
En el segundo exportador de disyuntores eléctricos hacia Estados Unidos.
El quinto suplidor mundial de equipos médicos y zapatos de piel para las empresas y consumidores norteamericanos.
Contamos con parques de zonas francas, en los cuales más de 650 empresas exportan cerca de 6 mil millones de dólares.
Promovemos la industria del turismo, con la meta de llegar a 10 millones de turistas antes del 2023.
Mantenemos políticas económicas comprometidas con la estabilidad y el crecimiento sostenible, conscientes de que estas son fundamentales para atraer la inversión extranjera.
Contamos con una de las infraestructuras más amplias y modernas de la región, específicamente en vialidad, puertos y aeropuertos.
Y, sobre todo, iniciamos en el 2013 una verdadera revolución educativa, conscientes de que sólo con un sistema educativo de clase mundial podremos atraer la inversión que haría posible la exportación en bienes y servicios de alto valor agregado.
Pero sobre todo creemos firmemente en la necesidad de cooperar para llegar más lejos.
Cooperación entre los países de la región para crear proyectos conjuntos. Cooperación público-privada, para llegar allí donde solos no lo lograríamos y, por supuesto, cooperación entre todos los miembros del tejido productivo, trabajadores y empresarios, desde los más grandes, hasta los medianos y pequeños.
Vista la dinámica del comercio y la inversión global que ha tenido lugar en las últimas décadas, las Américas deben acordar un marco de reglas unificadas que nos permitan negociar con los demás bloques comerciales los pilares fundamentales para un comercio internacional justo.
No es sostenible el esquema actual donde mientras unos abrazan el libre comercio otros, a través de subsidios ocultos o ventajas impositivas, logran artificialmente agenciarse una participación creciente en el comercio y la inversión internacional.
Debemos luchar unidos por un comercio donde los flujos de bienes respondan a las reales ventajas comparativas y no a las ventajas artificiales que emanan de acciones e intervenciones estatales incompatibles con lo que debe ser un comercio justo.
Justicia, equidad y transparencia debe ser la tríada sobre la que debe descansar el comercio y la inversión global.
Muchas gracias.