MANAGUA (AP) — Docenas de tiendas en Managua, capital de Nicaragua, han sido saqueadas, mientras las protestas y disturbios contra las reformas del gobierno al Seguro Social continuaban el domingo. Grupos de derechos humanos informaron que al menos 26 personas han muerto en varios días de enfrentamientos.
Imágenes transmitidas por medios de comunicación locales mostraron las tiendas saqueadas en el extenso distrito oriental de la ciudad, incluido un Walmart.
La policía aparentemente no intervino, en contraste con lo que ha sido una fuerte respuesta a las manifestaciones, en las cuales decenas han resultado heridos o han sido detenidos.
Los medios de comunicación controlados por el Estado, culpan a los manifestantes de los saqueos, mientras los críticos especulan que se han permitido para presionar al sector empresarial, el cual ha fijado condiciones para sostener negociaciones con el gobierno, incluido poner fin a las medidas severas.
“Estamos viviendo en Nicaragua un caos social, provocado por la ausencia de liderazgo gubernamental y se han juntado la crisis con la pobreza, y eso en cualquier sociedad es una bomba de tiempo”, dijo el sociólogo y analista Cirilo Otero.
“Podría creerse que se está promoviendo desde el gobierno (el saqueo) para hacer presión a la empresa privada y que cedan al diálogo sin que se pare la violencia y el costo puede ser muy alto”, añadió Otero.
Desde el Vaticano, el papa Francisco manifestó que está “muy preocupado” por lo sucedido en Nicaragua y se unió a los obispos para pedir que cese toda violencia.
Los disturbios estallaron en respuesta a la labor del presidente Daniel Ortega para reforzar el aquejado sistema de Seguro social con una combinación de beneficios reducidos e impuestos más altos. Parecen haberse extendido para incluir reclamos antigubernamentales más amplios.
Ortega dijo el sábado que acordaría negociar sobre las reformas al Seguro Social para que no haya más “terror para las familias nicaragüenses”, pero indicó que las discusiones serían únicamente con líderes empresariales.
También pareció tratar de justificar lo que ha sido una severa respuesta del gobierno y grupos aliados, al acusar a los manifestantes, en su mayoría jóvenes estudiantes universitarios, de ser manipulados por los intereses políticos de “unas minorías” no especificadas y por estar infiltrados por pandilleros.