Han pasado pocos días de que el gobierno dominicano cumplió su segundo año. A la administración que encabeza el Presidente Danilo Medina le quedan cerca de 24 meses, en este que es su segundo mandato.
Y a estas alturas el país, la República Dominicana, se siente en plena campaña política.
Deberíamos estar procurando que el gobierno cumpla promesas electorales y que garantice mejorías en algunos de los servicios públicos fundamentales. Convendría concentrar esfuerzos en que el gobierno se aboque a terminar el ciclo para la firma e implantación de lo acordado en el Pacto Eléctrico y que nos embarquemos de inmediato a trabajar en la reforma fiscal, que se plantea como clave para corregir distorsiones y garantizar un sano crecimiento.
Hay temas trascendentes en la vida de la República y cuya repercusión es mucho más importante y abarcadora que la cháchara en la que nos sumergen los políticos hoy día.
Los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales dan la impresión de que estamos a la puerta de un proceso electoral y que este nos obliga a apurar el paso para ganar la mayor cantidad de espacios y adeptos.
Al meternos tan de lleno en esto parece que obviamos los asuntos que realmente importan. Estamos dedicando tiempo a diferencias de carácter personal o político entre quienes se disputan candidaturas o cuota de poder y perdemos de vista que la convocatoria debería ser a la defensa de los intereses permanentes de la sociedad; esos que sobrepasan a las figuras de Danilo Medina, Leonel Fernández, Hipólito Mejía, Luis Abinader o cualquier otro que nos traiga la coyuntura.
Nada debe competir con el interés general y de siempre. Distraernos en eso es desenfocar en el objetivo y dejarnos seducir por la intrascendencia de la inmediatez.
Alcemos la vista y miremos hacia la solución a los problemas que realmente nos anclan al atraso y al subdesarrollo.