REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Hace ya 120 años que la aspirina existe como fármaco y hoy es uno de los más vendidos del mundo. A medida que se va haciendo 'mayor', más terreno gana. Ha pasado de tener un exclusivo papel analgésico a actuar también en la prevención de enfermedades cardiovasculares e incluso algunos tipos de cáncer. Ahora, una investigación que se presenta esta semana en Barcelona, durante el 25 Congreso de la Unión Europea de Gastroenterología (UEG), desvela que el ácido acetilsalicílico a bajas dosis podría reducir en un 47% la incidencia de cáncer de hígado y esófago.
Estudios previos asociaban una dosis diaria de este analgésico (entre 75 y 100 mg.) con menor riesgo de desarrollar cáncer de colon, de esófago y de estómago. Siempre en personas entre 50 y 65 años y durante un periodo de cinco a 10 años. El efecto antineoplásico más documentado de la aspirina a bajas dosis (Adiro) se centra en el cáncer de colon. Según explica Pedro Pérez Segura, responsable del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, "también se ha demostrado que la toma continuada del ácido acetilsalicílico reduce el número de pólipos y retrasa la evolución de pólipos benignos a malignos, incluso mejora el pronóstico de quienes ya han tenido este tipo de cáncer".
El mecanismo de acción por el que cada vez hay más evidencias del papel antitumoral de la aspirina no está claro del todo. Se creía que la explicación radicaba en el poder antiinflamatorio de este fármaco. Al fin y al cabo, "el cáncer es un proceso de inflamación crónica anormal", señala Pérez Segura. Sin embargo, las razones podrían ser multifactoriales. "Se ha visto también que la aspirina interviene en algunas vías moleculares del cáncer". Poco a poco, se van estudiando más.