Brasil es el país más fascinante en la historia de los países la Latinoamérica, un país tan especial que de una colonia donde residía la corte portuguesa, pasó a ser por sí mismo un imperio independiente ya que Pedro, el hijo del rey de Portugal, que había sido dejado como regente al salir este a regañadientes a recuperar el trono que había abandonado huyéndole a las tropas de Napoleón, lo que decidió fue proclamarse el mismo emperador en 1822 bajo el nombre de Pedro I, lo que se prolongó hasta 1889 cuando la monarquía dio paso a la república.
En nuestro caso particular tenemos el criterio de que Brasil desde el punto de vista político es el casi más interesante desde el punto de vista histórico de todo nuestro continente, pues pasó de colonia y vivienda del rey y su corte, a ser el imperio esclavista más exitoso de todo América Latina por su duración y de ahí a ser una república con una serie de características, sobretodo la persistencia de diferencia de razas y costumbres, que han construido uno de los países mas particulares de todos los que forman el grupo de los llamados iberoamericanos.
Pues desde Brasil nos llegan mensajes que a los que creemos todavía en un sistema democrático que hace aguas en muchas partes del mundo, se supone por definición que lo que llamamos democracia es “el gobierno del pueblo y para el pueblo”, y quien dude que esta metodología para gobernar los países que se ha desarrollado durante los últimos 250 años está en crisis, solo tiene que ver a su alrededor y observar como esos mismos pueblos regresan al autoritarismo por su propia voluntad expresada en las urnas.
¿Quién o quiénes son los que produjeron el ascenso de Jair Bolsonaro de ser un diputado sin importancia, estridente y con una vocación infinita a la provocación, para ser un candidato que obtuvo 46% de los votos en la primera vuelta electoral de su país y con grandes posibilidades de convertirse en presidente el próximo 28 de octubre?
Pues los mismos políticos del Partido de los Trabajadores que persisten en usar instrumentos de otra época, sobretodo la discusión entre derechas e izquierdas, para mantener a estos pueblos en una confrontación permanente, en discusiones de ideologías que hace tiempo están muertas, enterradas y olvidadas en el primer mundo, que fue el lugar donde se desarrollaron y de las cuales solo queda el recuerdo en los libros de historia, lo que ocurre es que solo que el recuerdo y la nostalgia los mantiene vivos y se creen de verdad que su influencia será para siempre.
Bolsonaro obtuvo contra todos los pronósticos, las encuestas fracasaron de nuevo en Brasil, el 46% mientras su más cercano perseguidor Fernando Haddad del PT solo 29%, lo que obliga a este a buscar el apoyo de los que no salieron a votar, que fue más del 20%, y sobre todo de Ciro Gómes, quien ya en el día de ayer anunció que no saldrá a apoyarlo, ni saldrá a hacer campaña, en lo que llama un ¨apoyo crítico¨, es mas su vocera lo que pidió fue la renuncia de Haddad de la candidatura y ser sustituido por Gomes en la segunda vuelta, ¨para salvar la democracia brasileña¨, esto quiere decir que las probabilidades de que Bolsonaro sea el próximo presidente son más que altas en este momento a 17 días de las elecciones.
Solo pensar en la alternativa que ha buscado el pueblo de Brasil para salir de la crisis económica, social, política y de credibilidad que tiene en estos momentos, da una idea de la desesperación por la que está pasando ese pueblo de una historia tan complicada, y del grado de deterioro que sufre todo lo que llamamos la ¨clase política¨ en el gigante de Sudamérica, algo que debe ser estudiado profundamente por los políticos dominicanos, porque somos muchos los que veíamos en las políticas sociales de ese país un ejemplo a seguir en la lucha contra la pobreza y la desigualdad que son los flagelos que afectan transversalmente a todo nuestro continente.
¿Porque está terminando el forma tan lamentable la época del gobierno petista encabezado por el paladín de la nueva izquierda del continente Luis Ignacio ¨Lula¨ Da Silva?
En primer lugar la crisis económica por la que pasa ese país, entre 2014 y 2016, Brasil pasó por una profunda recesión que paró en seco el crecimiento económico que lo llevó a ser líder en este renglón dentro de los países de la OCDE, ya nadie se acuerda de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que se supone eran los países que serían potencias económicas en el siglo XXI, dos de ellos, Brasil y Sudáfrica han resultado un fiasco desde el punto de vista económico; pues hoy en día existen más de 13 millones de brasileños que no encuentran empleo, el poder adquisitivo de su clase media ha caído a niveles de los años 30 y la profundidad de la crisis es tal que no se ve en el corto plazo el como va a volver a tomar la senda del crecimiento.
En segundo lugar los encanados de corrupción han crispado a una sociedad que ahora descubre como su clase política, en complicidad con los empresarios más conocidos del país, se llenaban los bolsillos en tramas construidas para el robo y el desfalco de los fondos públicos, muy especialmente Petroleos de Brasil (Petrobras) en la época de los precios altos y en las obras de infraestructura construidas al vapor en todo su territorio, es decir, mientras se gestaba la crisis que ha devuelto a la pobreza a los que ya estaban dentro del rango de la clase media, los políticos del PT y sus aliados lo que hacían era enriquecerse y ser partícipes de los privilegios que otorga el poder, en fin, los que debían defender a todos fueron socios del desfalco de lo que es de todos.
En tercer lugar, la flojera que caracteriza a los gobiernos llamados de izquierda en imponer la ley y el orden en las calles, ha convertido a Brasil en uno de los países más inseguros del mundo, no es casualidad que comparta este privilegio con Venezuela y muchos de los estados donde han gobernado este tipo de régimen; la violencia, los homicidios, los atracos y el robo en las calles, se han convertido en lo cotidiano en ese país, lo que ha llevado a la población a pedir en las urnas a un régimen de fuerza que vuelva a instaurar la paz que solo da la autoridad en las calles.
Y por ultimo hay un rechazo a la clase política tradicional a quienes los brasileños acusan de los males que acabamos de describir, el principal culpable de todo esto en primera persona es Lula, quien fue incapaz de construir una alternativa desde el PT que despertara la esperanza en que nuevos políticos desde lo tradicional crearan expectativas diferentes a la persistencia de la corrupción, el robo y la inseguridad que ahora son la norma en ese país, esto llevó a los moderados a radicalizarse y dar una lección en las urnas a quien, como líder de una parte importante del país, debió abrir el espacio a los nuevos valores dentro de su partido, sin embargo insistió desde la cárcel en ser candidato, lo que era un símbolo de que apostaba a que todo siguiera igual.
El resultado de todo esto está ahí, a la vista de todos, le abrió paso a un ex militar miembro marginal del congreso, es diputado de un grupo minoritario desde 1991, de un verbo beligerante, cuya base social son los campesinos del sur del país afectados por la caída en los precios de la soja, los militares y sus familias y las iglesias evangélicas (especialmente pentecostales) cuyo fundamentalismo asociado a la oposición al lenguaje de inclusión de los marginados de los liberales en este siglo XXI, ven como un pecado abominable.
Pero también apoyan a Bolsonaro los desencantados de las clases medias, que viven con impotencia como su nivel de vida disminuye día a día, su futuro se hace más negro e inseguro, tienen miedo de caer en la pobreza, y manifiestan su rabia contra los políticos a quienes antes apoyaban, expresando su voto al ex-militar que promete mano dura contra la delincuencia y devolver el país a la ley y el orden, aunque esto signifique dar carta blanca a las fuerzas militares y policiales para que maten a los que identifiquen como delincuentes sin que exista un juicio previo y ni siquiera la presentación en un tribunal para respetar los derechos humanos que son característicos de un estado de derecho.
Y por último a Bolsonaro lo apoya el poder económico, las grandes corporaciones, pero no es a el en primera persona, sino a Paulo Guedes, quien es su principal consejero económico, y se supone manejará desde el Ministerio de Economía de su gobierno, la reconstrucción de un sistema que está en una crisis profunda derivada de los problemas globales que se presentaron en el 2008 que afectaron sensiblemente a Brasil, por algo el día posterior a las elecciones, el índice Bovespa que es el referente de la Bolsa brasileña, subió de forma importante y el valor del dólar en el mercado de ese país bajó varios puntos, signos de que se despertaba la confianza dentro de los ricos del país.
Todo esto significa que por primera vez desde la vuelta a la democracia en los años 80, el desencanto del pueblo de Brasil en sus políticos ha llevado a la democracia a una crisis profunda de la que nadie sabe como saldrá, la persistencia de Lula en ser candidato, una persona que fue capaz de lograr consensos inéditos en su país y lo llevó a una época de crecimiento y bienestar notable, ahora se convirtió en la mecha que encendió el fuego de los que se sienten desencantados con un sistema que los empobrece en vez de mejorar su calidad de vida.
El resultado electoral del domingo lo que demuestra es que los brasileños piensan que la solución a sus problemas esta en el pasado militarista de Bolsonaro antes que en el currículum académico de Haddah y eso es muy grave para la búsqueda de una solución concertada, en un país que se acostumbró al consenso entre los diferentes, es decir, la historia se cambió para los millones que votaron por Bolsonaro, el progreso de Brasil se logró por el orden impuesto desde el militarismo y no por los tecnócratas, que encabezado por Fernando Henrique Cardoso, uno de los cerebros más brillantes que ha producido este continente, se aplicaron desde la década de los 90.
La lección está ahí, a disposición de quien la quiera estudiar y aprender, es casi seguro que Jair Bolsonaro será el próximo presidente de Brasil (ojalá nos equivoquemos) y esto abrirá un espacio político muy malo para el resto de nuestras naciones, pues veremos cómo las voces radicales del populismo ganaran espacio, los fundamentalistas religiosos predicaran la exclusión de los que no creen lo mismo que ellos, los empresarios más retardatarios apostaran por aumenta sus privilegios, la polarización política y no la concertación será la norma y no la excepción y se multiplicaran las soluciones extremas en vez de los acuerdos, es decir, los irresponsables de todo tipo tendrán un ejemplo a seguir.
Esperamos que aquí en el patio observemos con cuidado lo que está ocurriendo en Brasil y aprendamos la lección, sino es posible que lleguemos a una situación similar y más temprano que lo que muchos pensamos, las condiciones están dadas y creemos que algunos deben aprender a retirarse a tiempo.