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Presidente Haití debe saber manejar crisis y evitar rompimiento en su mandato

República Dominicana.-A decir del ex embajador de Haití en la República Dominicana, Edwin Paraison, la situación en su país es “sumamente” delicada para el presidente Jovenel Moise;  “sumamente compleja”.

Se refiere Paraison a las protestas generadas por las denuncias y cuestionamientos que –dice- buscan llevar al presidente Moise a decidir o apoyar a la justicia haitiana a iniciar un proceso judicial alrededor del escándalo por el uso del fondo Petrocaribe, programa  del cual es beneficiario el vecino país, al igual que otros del área.

Lo que se dice es que dicho fondo fue mal gastado durante la administración del expresidente Michel Martelly, y que su “delfín”, el actual mandatario, pudiera estar obstruyendo la justicia para protegerlo.

“Atacan seriamente la última administración antes de Jovenel, que es la administración de Martelly y, hasta cierto punto pues debo decir que Martelly es quíen llevó al Poder a Jovenel Moise y es ahí donde hay una situación muy compleja  para él, porque hasta se está diciendo que pudiera estar obstruyendo la justicia para poder proteger a su mentor”, explicó Paraison, entrevistado por Belkys Castillo en el programa “Sobre la Noticia” que se transmite cada sábado por  EN TELEVISIÓN , canales 31 de Claro, 33 de Altice, 33 de Aster y 10 de Wind Telecom.

Sin embargo, pese a la difícil situación, el ex embajador de Haití en República Dominicana entiende que el presidente Jovenel Moise tiene la inteligencia política necesaria para poder manejar la situación, de tal manera que no haya rompimiento en su mandato.

“Porque estamos hablando de situaciones tan difíciles para un presidente que tan solo está a un año y meses de haber iniciado un mandato y en Haití el mandato presidencial es de cinco años. O sea que, el presidente tiene que manejarse de una manera de resistir a esas embestidas de la oposición y restablecer la confianza, provocar el diálogo con sus adversarios políticos para poder mantener un ambiente de gobernabilidad y evitar que la situación degenere; se degrade”.

Respecto al incidente en el que uno de los hombres de seguridad del presidente Moise resultó herido, Paraison admite que hay preocupación, pero que quienes promueven la paz social en el vecino país, están ayudando a los actores políticos a que reinicien un diálogo que aporte resultados concretos y contribuir así a que el mandato presidencial pueda ser respetado.

“Y que aprendamos a respetar el juego democrático  bajo la condición de que quienes votamos y quienes están en los puestos del Estado, respeten la Constitución y actúen correctamente y respondan al compromiso que tienen ante la población”.

Edwin Paraison explicó también un problema que considera es el origen del descontento del pueblo y es que, en las elecciones de las que resultó ganador Jovenel Moise, hubo una baja participación en las urnas, debido a que se cuestionaba su nivel de legitimidad, porque obtuvo menos de un millón de votos sobre una población electoralmente habilitada de más de seis millones y, “quienes participaron no sobrepasaron  la barrera de un 25%”.

“Por eso mucha gente que está protestando son personas que ni siquiera participaron en los dos procesos electorales, pero de todos modos hay un cuestionamiento al origen que tiene que ver con poca popularidad y que a pesar de haber recibido el apoyo de Martelly y del partido (Tèt Kale – PHTK), se entiende que no es un partido entre los tradicionales de Haití y no han mostrado capacidad de por lo menos integrar en los gobiernos a figuras prominentes de la oposición que pueden contribuir a restablecer la confianza”, explicó Paraison.

Preguntado sobre la diferencia de clases en Haití, el exdiplomático respondió que ciertamente hay pobres, pero que también “hay ricos que tienen millones, tantos que invierten en la República Dominicana y en otros países del Caribe; hay grupos económicos, que son grupos económicos muy poderosos, que no solamente tienen acciones en Haití, si no que tienen en otros países”.

También entiende que hay  una tarea que todavía no han hecho los haitianos, que es una gran conferencia nacional que permita ponerse de acuerdo entre ellos mismos; definir qué quieren  hacer con su país,  elaborando un Plan de Desarrollo sobre 20 o 25 años.

“O sea, buscar a los expertos  que nos ayuden; en fin revisar ese plan que se diseñó después del terremoto. Esta es una tarea pendiente de que los haitianos en primer plano tenemos que hacer”.

Marcados por el terremoto del 2010

Todavía hay vestigios de la catástrofe que devastó al pueblo haitiano en enero del  2010, cuando miles de personas perdieron la vida por un terremoto que también dejó al vecino país sin instituciones, inclusive derribó parte del Palacio Presidencial.

En ese sentido, refiere Edwin Paraison que el fenecido René Préval, entonces presidente, entendió que no era una prioridad hacer un gasto “adecuado” a lo que era reconstruir la casa de Gobierno,  mientras la situación socio-económica del país aún está en un nivel preocupante, tanto en cuanto a la reconstrucción física, como en cuanto a un cambio profundo en las condiciones de vida de su población.

“Todavía tenemos mucho camino que recorrer y, por eso hemos visto que a principio de julio hemos tenido una situación un poco convulsiva; fue una situación también ligada con el alza de los precios de los carburantes y, la verdad es que el pueblo haitiano está viendo sus condiciones de vida degradándose en vez de mejorarse, a pesar también –yo diría- de la asistencia internacional que se ha estado recibiendo”.

Detalla en ese orden que “la asistencia internacional se ha cuestionado, porque muchas veces cuando se promete; cuando se dice que hay unos fondos dedicados hacia Haití, en esos fondos que van hacia Haití se calculan los gastos de logísticos para que la ayuda que tiene que llegar y al final lo que llega a Haití no es el fondo que se ha dicho al principio, si no que lo que llega a Haití podría ser quizás un 40 o 35% de los fondos realmente prometidos”.

Recordar en este orden la Cumbre por Haití organizada en marzo del 2010, dos meses después del terremoto, en la que muchas naciones se comprometieron, “pero lamentablemente cuando pasamos lista ahora muchos de los países que se habían comprometido con Haití, o de los organismos, muchos hoy no han estado cumpliendo con esos fondos”.

Debido a la poca asistencia internacional, no ha sido posible avanzar de manera significativa en la reconstrucción de edificios y locales afectados por el terremoto del 2010.

“Estamos muy lejos de una planificación ambiental; estamos muy lejos de una planificación en cambios estructurales para mejorar la vida en los habitantes de la Capital y en las grandes ciudades”.

Por los daños que se registraron con el terremoto de 5.9 grados de intensidad que sacudió al vecino país a principios de octubre en curso, hace pensar al ex diplomático que no se ha aprendido de la lección que hace más de ocho años le dio la naturaleza, porque todavía en Haití se construye sin las previsiones sísmicas.

“Hay edificios que se están construyendo que no son antisísmicos. En esa región recientemente afectada –estamos hablando de casas construidas antes del terremoto del 2010-, pero de todos modos, si nos hubiésemos educado adecuadamente para hacerle frente a este fenómeno que forma parte de nuestra realidad (…) los haitianos tenemos que entender que tenemos que tomar conciencia que vivimos con la realidad de que en cualquier momento el país puede estar afectado por un terremoto y tenemos que saber cómo actuar; tenemos que también saber cómo prever un suceso natural de esa magnitud”.

A más de ocho años del terremoto, en Puerto Príncipe, por ejemplo, las carpas ya destruidas siguen siendo el “mejor hogar” para 400 o 500 familias, que desafían la inclemencia del tiempo, con el único propósito de seguir bajo la sombra de la poca o mucha ayuda que llegue para los damnificados del sismo.

“Esa gente no está tan; tan interesados a ser trasladados a otro lugar, porque con su presencia se mantiene el hecho de que hay víctimas todavía del terremoto, cuyas condiciones no han sido cambiadas y, el hecho de que se hayan quedado debajo de las carpas tiene que ver con sus propios intereses”.

Desconfianza pueblo-Gobierno

En cuanto a la relación ahora entre el pueblo y el Gobierno de Haití, “se podría decir de manera objetiva que hay una pérdida de confianza de parte de la población hacia los dirigentes de manera general; hacia los funcionarios del Estado. Muy lamentablemente, hay una desconexión entre la población y los funcionarios”.

Para explicar dicha desconexión, el ex embajador de Haití en República Dominicana destaca las denuncias que tienen que ver con la corrupción administrativa, que si bien degrada la imagen de funcionarios, también afecta la relación entre la población y los representantes del Estado.

“Se ha denunciado una diferencia abismal en sus condiciones de vida. Es decir, hay mucho debate con relación a ¿qué cuesta un diputado  ó un senador al Estado? Y, cuando se calcula la suma que se está gastando en nuestros funcionarios en comparación a las condiciones de vida de la población, se ve que es una situación que no puede quedarse así y, por eso el pueblo ha estado articulando movimientos; acciones para demostrar y expresar su descontento, y muy lamentablemente a veces se hace de manera violenta, afectando hasta la propiedad privada, en lo cual pudiera también afectar hasta las inversiones hacia nuestro país, es decir la imagen internacionalmente, pero la situación es tan grave, es como si no tuviéramos otra solución que expresar con ira su descontento y su falta de confianza en las autoridades”.

El Ejército Haitiano

La reestructuración del Ejército fue una de las promesas de campaña del Presidente Jovenel Moise, sobre la cual está trabajando, a pesar de que todavía no cuenta con los fondos suficientes.

“Un presupuesto adecuado para esta iniciativa, pero de todos modos existe de nuevo el Ejército y recientemente ha estado apoyando ante fenómenos naturales que han impactado al país”.

Por otro lado, el presidente  Moise ha insistido sobre el tema de hacer una Caravana para el Desarrollo, para tratar de utilizar parte de los fondos de los distintos ministerios para dirigir desde la Presidencia acciones hacia las poblaciones y comunidades más afectadas, lo que también ha generado algunas críticas, por los cuestionamientos sobre cómo se están manejando dichos fondos.

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