La Suprema Corte de Justicia por fin hizo justicia (nunca mas valida la redundancia) cuando revisó y decidió condenar a un personaje como Marcos Martínez, todo un símbolo del anarquismo mediático que impera en la República Dominicana, donde de unos años a esta parte, en nombre de una ¨libertad de prensa¨ mal entendida, un grupito de terroristas de la palabra se siente con un derecho que no tienen de acusar a todo el mundo de lo primero que se les ocurre.
Hace poco mas de 5 años, a este individuo se le ocurrió usar un medio de comunicación para inventarse un cheque o una cuenta de banco inexistente, una suma de falsedades que alguien le entregó y el se prestó a airear en un ¨programucho¨ de televisión, con el objetivo de echar por tierra el buen nombre ganado en la sociedad por quien en ese momento era la candidata a la vicepresidencia del Partido de la Liberación Dominicana Margarita Cedeño, lo cual en forma evidente era una bajeza política.
Parece que a uno de los ¨estrategas¨ de campañas sucias, de esos que merodean tanto en los círculos de los candidatos, en ese caso quien encabezaba la boleta del antiguo PRD hoy cobijado bajo las siglas de PRM era Hipólito Mejía, se le ocurrió inventarse una calumnia y buscarse un sicario de la palabra de modo que este la aireara y entonces usar la réplica en las llamadas redes sociales y el ejercito de los que ahora se llaman comunicadores para convertir una mentira en verdad en un país donde el chisme es uno de los productos nacionales.
Pues a este sicario de los medios de comunicación, tal como lo advirtió en su momento Margarita de que iba a llegar hasta las últimas consecuencias con la acusación, lo condenó la cámara penal de la Suprema Corte de Justicia que preside la Magistrada Miriam Germán, a dos años de prisión, suspendida si cumple con las reglas porque si no va para la ¨chirola¨ y a un millón de pesos de multa por los delitos de falsificación de documentos y usar estos para difamar a la hoy vicepresidenta de la República.
Es decir por sentencia de la cosa definitivamente juzgada, Marcos Martínez es un falsificador de documentos públicos y un difamador, tan sencillo como eso porque esta decisión ya no se puede recurrir y tiene un valor inmenso para los que son víctimas diarias de los que acusan sin fundamento usando todo tipo de epítetos peyorativos y calumniosos contra personas cuyo único delito es haberse destacado en una sociedad donde deberían poner un letrero en las maternidades y aeropuertos con la leyenda de ¨aquí se prohíbe triunfar¨.
Nada describe mejor a los asesinos de la palabra, unos pagados y otros lo hacen por frustración u otros motivos que solo ellos saben, que abundan en los medios de comunicación formales y electrónicos, que el adjetivo calificativo de ¨sicario¨, pues su lengua y los dedos con que vierten todo su odio sobre las personas que se destacan en esta sociedad, especialmente en el medio político, es igual a la ¨sica¨, aquel puñal o espada corta con que los asesinos a sueldo mataban a sus víctimas en la antigüedad.
Y el problema que tenemos es tan grande, que Marcos Martínez, un sicario de la palabra condenado en forma definitiva por la instancia superior de la justicia dominicana, fue objeto de un descargo por parte de un tribunal menor a la Suprema Corte, porque hasta los jueces tienen miedo a estos que usan los medios de comunicación para destruir reputaciones.
Esto quiere decir que si Margarita no cumple con su palabra de llevar esto hasta la última instancia para defender su honor y el de su familia, lo mas probable es que esta persona se hubiera burlado de todos nosotros a sabiendas de que se había hecho eco de un documento que era una vulgar falsificación y se hubiera jactado de haber logrado una victoria que no era mas que una calumnia soportada por una falsificación.
En este caso la prueba era el cheque falsificado que presentó Marcos Martínez de un banco de Dinamarca, pensando que como es normal en República Dominicana ¨los muertos de campaña¨ nunca tienen dolientes.
En un momento dijo que no se retractaba, cuando la Vicepresidenta simplemente pidió que se hiciera el juicio y que el señor ¨comunicador¨ presentara las pruebas que tenía en su contra y que para nada le interesaba conciliar con quien la había acusado, es mas de un momento le advirtió que llegaría hasta las ultimas consecuencias y le advirtió ¨que no se defienda como una gallina cuando fue tan bravo para endilgar las acusaciones¨.
Seis largos años en la justicia pero a ¨ese pavo le llegó su navidad¨, lo que ya si es una verdad reconocida por la justicia es que Marcos Martínez falsificó un documento público y con el difamó a Margarita Cedeño, todo esto en medio de una campaña electoral y evidentemente con fines de ganancia política para quienes suponemos le pagaran la indemnización de un millón de pesos a que fue condenado, ese si es el final de este caso y la demostración de que todo fue un invento.
Y todavía quedan dos casos donde hay condena, uno en primera instancia y el otro en la corte de apelación camino a la Suprema Corte de Justicia; la sentencia que condenó a Leonardo Faña por la injuria aceptada por el tribunal que hizo del buen nombre del José Ramón Peralta y la que condenó a un individuo que tiene un programa vespertino de televisión al pago de 7 millones de pesos por la difamación realizada en contra de la diputada Yomaira Medina.
Solo hay que recordarles a los sicarios mediáticos que las redes sociales también son medios de comunicación y que las acusaciones alegres que realizan en esos medios pueden ser llevadas a los tribunales de justicia, con el ejemplo de Marcos Martínez y su sentencia de culpabilidad podría abrirse un espacio para no tener que soportar tantas infamias y mentiras de parte de individuos al parecer les encanta el destruir honras.
¡Los sicarios mediáticos están advertidos!