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  • Por: Humberto Salazar
  • lunes 26 noviembre, 2018

¿La reelección es funesta?...¿aja?; ¡mentira!

Parece que algunos políticos dominicanos tendrán que revisar la lectura que hacen de sus acciones recientes, porque eso de andar haciendo paralelismos entre lo que ocurría en la República Dominicana hace casi un siglo, exactamente a finales de la década de los años 30 del siglo XX, y lo que esta pasando desde que comenzamos a construir nuestro proceso democrático en 1966, tan estable que ya lleva 52 años consecutivos, es un desfase tal que no merecería ningún comentario, si con ello no se quisiera justificar una posición política que busca acomodar intereses particulares.

No se corresponde con el talento de un político curtido en la brega electoral como Leonel Fernández, tratar de vender la idea de que en la República Dominicana alguien planea establecer una dictadura como la de Rafael Trujillo, sobre la base de hablar tonterías sobre un proceso político que, como el de  la “prolongación” de Horacio Vásquez entre 1927-1930, estuvo marcado con una serie de acontecimientos particulares tanto a nivel internacional como local, que son absolutamente irrepetibles en esta etapa histórica de nuestra nación y de la humanidad.

Solo hay que pensar que en 1929 se produjo el crac de la bolsa de Nueva York dando paso a la mayor depresión económica que registra la historia, en pocos meses los efectos de este fenómeno se extendieron a nivel global y todas las economías occidentales cayeron en crisis y dieron paso a gobiernos de fuerza que concluyeron enfrentándose en la guerra mas devastadora y mortífera que ha conocido la humanidad: la Segunda Guerra Mundial, esta tendencia fue una de las razones que dieron origen a Trujillo y su dictadura.

Y a nivel local, Horacio Vásquez cuando se produjo la interpretación constitucional que se denominó ¨la prolongación¨, y la posterior reforma constitucional de 1927 que abría las puertas a un  proceso de reelección para las elecciones de 1930, este era un hombre anciano que enfermó gravemente y tuvo que ser llevado a los Estados Unidos para ser intervenido quirúrgicamente, cuando volvió al país ya no era el mismo, se le había extirpado un riñón y casi por obligación aceptó presentar su candidatura, Trujillo en su ausencia se había agenciado todos los hilos del poder y dedicado a conspirar contra el gobierno de quien había sido su mentor y proyector.

Nada de esto es posible repetirlo en pleno siglo XXI, es una tontería plantear siquiera que la modificación constitucional de 1927 fue lo que produjo a Trujillo.

Esa dictadura fue el producto de una época donde se sumaron la existencia de un país que había sido tutelado por una invasión extranjera durante 8 años, como fue el caso de República Dominicana entre 1916 y 1924; los problemas económicos de los Estados Unidos que centraron toda la atención de sus gobiernos como consecuencia de la ¨Gran Depresión¨; la debilidad física evidente de Horacio Vásquez, quien fue manipulado por Trujillo a quien mantuvo como jefe del ejercito a pesar de que todos le advirtieron lo que pasaba y la ambición sin límites de este ultimo que siempre pensó en el país como una fuente inagotable de hacer negocios.

Nada que ver con una reforma constitucional que nunca tuvo un efecto real, ya que Horacio Vásquez de asiló derrocado por Rafael Estrella Ureña y Trujillo antes de las elecciones del año 1930.

Hablar de lo funesto de la reelección en la República Dominicana y tratar de apoyarse en hechos de principios del siglo XX es un sofisma que no resiste el menor análisis, pero plantear además de que una reforma constitucional que abra paso a la repostulación de cualquier presidente dominicano es un peligro porque abriría las puertas a una especie de dictadura, es una exageración inaceptable, porque solo habría que recordar que todos los miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana firmaron un documento en el 2015 para que sus congresistas modificaran la Constitución con esos fines, y ni por asomo hay señales de un gobierno de fuerza en nuestro país.

Pero además, es que tenemos muy malas experiencias cuando se ha negado la posibilidad al pueblo dominicano de que pueda escoger a quien quiera como presidente para un periodo determinado.

Para buscar un ejemplo usemos el mismo que utilizó Leonel en una comparecencia pública el pasado fin de semana,  aquella historia de cuando Joaquín Balaguer, el político mas sagaz que ha tenido el país en toda su historia, le pidió que propiciara una reforma a la Constitución que le permitiera presentarse como candidato en las elecciones del año 2000, ya que, según el líder de los reformistas, Fernández y el PLD lo estaban haciendo muy bien en el ejercicio de Poder.

Fue aquella ocasión en que Amable Aristy, en ese entonces presidente del senado de la República, le pidió públicamente a Leonel ¨que se apretara los pantalones¨ y propiciara la reforma que Balaguer la iba a apoyar y existían los votos necesarios para realizar esa acción.

Pero no lo hizo y esa FUNESTA decisión individual la pagamos todos.

Si nos vamos al romanticismo y la versificación de que no haber modificado la Constitución en esos años fue una virtud, sería bueno analizar la decisión de Leonel de dejar solo a Balaguer en ese propósito, lo hizo de nuevo cuando el Partido Revolucionario Dominicano nombró sin consenso la Junta Central Electoral del funesto Morel Cerda, porque visualizar los efectos de las decisiones políticas, sobre todo si son del pasado reciente siempre es interesante observarlas para entonces hacer un juicio de si se tomó o no una buena decisión.

Lo que ahora se pretende hace pasar como una genialidad o una defensa a ultranza de la Constitución, fue uno de los errores políticos mas garrafales cometidos por líder alguno en las últimas décadas, y el precio de este error lo pagamos todos los dominicanos con miseria, pobreza, desempleo, perdida de nuestro poder adquisitivo, vergüenza internacional y todo lo que significó el gobierno funesto de los años 2000 al 2004 que encabezó Hipólito Mejía.

Si se hubiera aceptado la tesis de Balaguer de reformar la Constitución y mantener la alianza entre peledeistas y reformistas para el año 2000, lo mas probable es que todas la reformas económicas iniciadas en el año 1992, que llevaron al anciano presidente a describir lo que entregaba en 1996 como ¨un avión en la cabecera de la pista listo para despegar¨, se hubieran profundizado y continuado, de modo que no se hubiera producido la crisis que nos azotó entre el 2003 y el 2004, cuando tres de los bancos mas grandes del país se fueron a la quiebra en medio del relajo del ¨yo te quiebro¨ y ¨yo te tumbo¨ con que se manejó el país en esos años.

Si se hubiera reformado la Constitución es mas que probable que la reforma del sector eléctrico se hubiera consolidado, las edes privatizadas hubieran funcionado, la justicia en estos días hubiera funcionado mejor, no se hubiera elevado la tasa de pobreza del 27% en el 2000 al 44% en el 2004, la fabrica de pobres que montó el PRD (hoy PRM) cuando manejó los asuntos del estado, es decir, por los resultados tendríamos que admitir que quien tenía razón era Balaguer cuando se planteó reformar la Constitución para permitirle al pueblo dominicano ejercer su soberanía y elegir a quien quisiera como presidente en el año 2000.

Pero tampoco hubiera sido problema para el propio PLD, pues después de 8 años, que terminaban en el 2004, Leonel le podía dar paso a Danilo, que hubiera continuado con las reformas y después de 8 años también, es probable que a estas alturas una nueva generación política hubiera estado a cargo de un país con mayor grado de desarrollo que el que hoy tenemos.

Entonces lo FUNESTO fue no aceptar que, tal como lo pronosticó Balaguer, el camino malo tenía que seguir cerrado, pues la no reforma constitucional trajo desgracia, dolor, miseria y tristeza a los dominicanos; rompió a alianza forjada en el acto del Frente Patriótico y abrió las puertas a una mojiganga de gobierno lleno de desaciertos que al final pagamos todos.

Ahí están los números que confirman los resultados FUNESTOS de ese gobierno 2000-2004 y de la decisión de no reformar la Constitución, lo que antes que un acierto fue una enorme desgracia que todavía estamos pagando y pagaremos por muchos años mas.

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