En lo que a nosotros respecta no tenemos ninguna duda de que el actual Presidente de la República. Danilo Medina, al momento de asumir el poder en el año 2012, tenía como horizonte cumplir con el mandato constitucional de cuatro años para los cuales fue electo, y su intención era entregar el cargo para el candidato que presentara el Partido de la Liberación Dominicana, electo a su vez en las elecciones del año 2016.
Nunca hemos dudado de la sinceridad en las palabras de Danilo en el sentido de que solo estaría 4 años en el Palacio Nacional, después de haber realizado un gobierno ejemplar y creado las bases para la sostenibilidad de una serie de proyectos y realizaciones que dieran como resultado lo que el mismo ha dicho es su sueño: que alguien alguna vez le diga en la calle: ¨gracias Danilo por haber cambiado mi vida¨, y pensaba que se iba a retirar al interior de su partido para servir de referente como ex-presidente de la República.
Sin embargo las circunstancias o el destino, como quiera usted llamarle, provocó que una gran mayoría de dominicanos se expresara con un sentimiento avasallante a favor del actual presidente de la República, mientras este modificaba de raíz la percepción que teníamos los dominicanos sobre la lejanía que se debía tener cuando se gobernaba, antes que alejarse y aislarse Danilo se acercó.
Esto, unido a una serie de iniciativas que mejoraron la calidad de vida de los mas pobres del país, provocó una ola muy alta favorable a la continuidad de ese gobierno, por lo que el PLD no tuvo más remedio que pedirle ser candidato nueva vez, se modificó la Constitución para permitir la reelección consecutiva y Medina obtuvo el mayor porcentaje de votos que candidato alguno alcanzó en nuestra historia electoral.
Pero no solamente Danilo ganó las elecciones de manera arrolladora, su popularidad arrastró consigo a una buena cantidad de senadores, diputados y alcaldes, muchos de los cuales por la cantidad de años que tienen ejerciendo sus cargos a nivel local se vieron beneficiados por el ejercicio de gobierno y, subidos en la cresta de la ola de la valoración positiva del gobierno, repitieron en los cargos a que aspiraron con aquello de reelección por reelección.
Han pasado mas de dos años y en la República Dominicana hace tiempo que se desarrolla una vergonzosa y prematura campaña electoral, en nuestro país no hay tiempo para discutir los temas importantes porque los políticos de todos los colores lo que están dedicados es al simple ejercicio del ¨quítate tu pa ponerme yo¨, incluyendo a los del mismo partido oficialista, y al acercarnos a las elecciones del 2020 pareciera repetirse el laberinto del 2015.
Hemos escuchado a algunos de nuestros amigos de los medios de comunicación asegurar en forma docta y convencida de que ¨no hay condiciones para una nueva reelección¨, que ¨el país no soportaría la tensión que provocaría una nueva reforma constitucional¨, además ¨que Danilo no se va a meter en eso de ninguna manera¨, y los escuchamos asegurar algo que para nada resulta ser real a partir de un análisis simple de la realidad nacional.
La República Dominicana solo tiene una opción de frente a las elecciones del año 2020, y en caso de que no se quiera asumir esa ruta, esto tendrá consecuencias funestas para el futuro inmediato del país, pues para cualquier observador de la realidad nacional esta mas que claro que estamos inmersos en una transición generacional a nivel político partidista la cual le ha tocado, por destino o casualidad, tome usted lo que mas le guste, encabezar a Danilo Medina.
Lo primero que deberíamos asumir es que no tenemos partidos políticos en el país, eso es una realidad irrebatible y comprobable para cualquiera que tenga cierto nivel de conocimiento de lo que fueron esas estructuras, imprescindibles para la existencia misma del sistema democrático representativo, hace mucho tiempo que lo que existen en la República Dominicana, es algo que ha pasado en otros países del mundo, solo son siglas que dan vida a nombres que fueron y no son.
Ejemplos sobran, los llamados partidos mayoritarios (PLD, PRD, PRSC y PRM) deben esa denominación a su acceso a ¨fondos mayoritarios¨, son siglas que no son soportadas por una estructura de base que soporte el peso que deberían tener como parte del sostén de nuestro sistema político electoral, es mas, si en unos casos salen del poder o en otros pierden los 23 millones de pesos mensuales que reciben del estado dominicano, simplemente son inexistentes.
Risible por demás es la ¨cantaleta¨ de algunos peledeístas, que se rasgan las vestiduras cuando se les echa en cara que el partido de Bosch solo existe en sus cabezas, parece que se les olvida que llegaron al poder en 1996 con solo 9 mil miembros en todo el territorio nacional, que lo hicieron de la mano de Joaquín Balaguer y los reformistas, pero además que en el proceso de masificación que aperturaron después del año 2000, lo que hicieron fue “reformizar” a un partido de militantes que nunca volvió a ser lo que era.
De donde a alguien se le ocurre hablar de fortaleza de partidos políticos en la República Dominicana cuando el ¨buey que mas jala¨ fue capaz de bajar del 44% de votos en el año 2012 a un 6% en el 2016, lo que es una demostración matemática que la pertenencia o no a esa organización política dependía de simpatizantes que votaron por esas siglas sin ningún sentido de fidelidad partidaria, es decir, el antiguo PRD que representaba a los habitantes de los barrios de las grandes ciudades dominicanas desapareció.
Del Partido Reformista ni hablar, esa logia política se convirtió, fruto de la desaparición física del único motivo de su existencia, Joaquín Balaguer, en un grupito de personas que solo sirve para hacer de bisagra a algún proyecto de poder, en unos casos aliado a la oposición al PLD, en cuyo caso han sido parte del grupo perdedor de las elecciones, y en otros como parte de la alianza de gobierno de modo formal o informal, es decir, el objetivo de los manejan esa franquicia tiene como único objetivo buscar ventajas económicas y personales.
En cuanto al PRM, que dicen ser los representantes de una oposición inexistente, lo nunca visto, estos tienen que publicar espacios pagados en una prensa escrita, que poca gente lee, para decir estamos aquí, no se olviden de nosotros, miren para acá, ¡existimos!, somos la oposición y lo peor de todo es que nadie se lo cree o le da importancia a lo que dicen, porque a fin de cuentas el único que le da un poco de sabor a esas siglas es Hipólito Mejía, el resto no sabe a nada como las tayotas y no hay encuesta que los coloque por encima del 20% y a la baja.
Si ese es el panorama entre los llamados ¨partidos mayoritarios¨, ni hablar del conjunto de ventorrillos políticos que conformarán la boleta electoral del 2020, la inmensa mayoría de ellos dirigidos eternamente por las mismas personas, sin militancia conocida, sin locales en ninguna parte del país, algunos incluso vinculados a apellidos familiares que es el único motivo de su existencia y que sobreviven porque se alían en todas las elecciones a un proyecto de poder que les garantiza mínimamente una posición electiva que les permite mantener el reconocimiento.
La palabra ventorrillo en este caso no es peyorativa, pues significa que ni son supermercados pero tampoco colmados donde se puedan ir a buscar cantidades importantes de sufragios, estos ¨partiditos¨ solo aportan lo que pueden: votos al menudeo.
Esta es la realidad de un país donde algunos hablan de que está en peligro el sistema de partidos o que podría pasar, como en otros países de la región, donde los políticos partidistas fueron sustituidos por irresponsables que han llevado a sus naciones a la quiebra moral y materia, ejemplos sobran y son mas que actuales en las noticias que nos llegan de la región.
Lo que no existe no puede estar en peligro, y en la República Dominicana debemos ya asumir que los partidos políticos tradicionales NO EXISTEN, y que las elecciones del año 2020 serán claves para el relanzamiento o enterramiento de la mayoría de las siglas que hasta ahora han dominado el panorama político nacional incluyendo sobre todo al PLD que es lo único que queda con algún parecido a un partido político en la República Dominicana.
Entonces, estamos frente a un laberinto electoral para el 2020 que podría, si es que somos racionales, ser la puerta hacia un nuevo sistema político partidario que tome como base las oportunidades provistas por las nuevas Ley de Partidos y Ley Electoral para la apertura de las siglas sin militantes a una nueva generación política que nos libre de que se pueda entronizar en la República Dominicana una aventura como la que hemos visto en otras latitudes no muy lejanas de nuestro territorio.
Y la persona a quien el destino o la casualidad ha puesto en el camino para guiarnos en esta etapa tan crítica de nuestra historia, es el actual Presidente Danilo Medina, no es casual que el país completo esta a la expectativa de cual será su decisión frente a las próximas elecciones nacionales, sobre sus hombros descansa, quiéralo el o no, la posibilidad de que construyamos entre todos el futuro de nuestro sistema político, o devolvernos por la ambición desmedida de algunos y plantearnos revivir estructuras muertas que ya no tienen remedio.