La radicalización de las consignas políticas es un síntoma claro de la debilidad de las posiciones que se defienden, un ejemplo de esto fue el famoso discurso de Dolores Ibarruri, mejor conocida como ¨La Pasionaria¨, que ante el acoso del ejercito de Francisco Franco a la capital de España en la guerra civil, clamó en un discurso su famosa frase ¨No Pasaran¨, refiriéndose a la inminencia de la caída de Madrid en manos de los nacionalistas.
¡Al final pasaron y se quedaron!, los resultados ya son parte del juicio de la historia.
En la República Dominicana de hoy lo que vemos en el mundo político es la discusión entre la pertinencia o no de la repostulación del Presidente Danilo Medina a un nuevo periodo en las elecciones del año 2020, y de como se han ido radicalizando las consignas de los que al parecer sienten como disminuyen sus posibilidades de imponer la razón de una minoría.
Hemos ido caminando con un endurecimiento del lenguaje que no sabemos si se va a sostener en el tiempo o sucederá como el ¨No pasarán¨ que acabamos de describir.
Pues ¿será verdad ¨no hay vuelta atrás?, algunos han llegado tan lejos que les dará trabajo devolverse, solo que ya lo ha hecho antes, pero eso de que van a ¨prenderle fuego al congreso¨, mandar a los legisladores a ¨sesionar en el rio¨ y al final uno que es loco con los tragos hablar de que una modificación constitucional se haría “sobre su cadáver”, ya huele a desesperación e impotencia.
Porque para nada es verdad que habría que romper algún cauce constitucional para modificar un texto que en si mismo dice la forma y manera en que pues cambiarse, al final ni es la Biblia, ni el Corán, ni mucho menos el Talmud, y hay que recordar que hasta las tablas de los Diez Mandamientos las rompió Moisés al bajar del Monte Sinaí y, a pesar de que estaban escritas por Dios mismo, el mundo siguió girando cada 24 horas alrededor del sol.
La Constitución Dominicana es muy clara en cuanto a la forma en que puede ser cambiado su texto, o reformada como dicen los abogados, y esto se realiza por medio de una convocatoria de ley que no puede ser observada por el Poder Ejecutivo y el interés para su reforma debe ser a iniciativa de una tercera parte de los miembros de una de las cámaras del Congreso Nacional o por una propuesta del Poder Ejecutivo (articulo 269 de la Constitución).
Quiere decir que si solo una tercera parte del Senado (11 senadores) o también solo una tercera parte de los miembros de la Cámara de Diputados (63 diputados) se ponen de acuerdo y someten un proyecto de ley con el fin de reformar la Constitución, esto tiene que ser conocido por ambas cámaras, y si se aprueba existe la obligación constitucional de convocar a la Asamblea Revisora.
Eso lo dice el texto de nuestra Constitución y es una vergüenza de quienes una vez prohijaron esas normas ahora se quieran desdecir y pretendan hablar de que es una violación a ese documento el cumplimiento de lo que esta escrito, simplemente un irrespeto a la inteligencia de personas que quizás no sepamos teorizar pero su fuimos alfabetizados.
Nadie puede prohibirle a los senadores y diputados, si es que lo consideran conveniente, presentar un proyecto de reforma, y tampoco habrá que irse a un rio, ni ninguno de esos que hablan tantas tonterías para hacerse escuchar como su fueran una vasija vieja se prenderá fuego como un bonzo delante del Palacio del Congreso para que pasen ¨por encima de su cadáver¨, a ese le gusta demasiado la buena vida para hacer algo así.
Y seguimos con la misma Constitución que en su Artículo 272 describe la forma en que se modificará el texto: ¨la Asamblea Nacional Revisora se reunirá dentro de los 15 días siguientes a la publicación de la ley que declara la necesidad de la reforma, con la presencia de mas de la mitad de los miembros que forman cada una de las cámaras. Sus decisiones se tomaran por la mayoría de las dos terceras partes de los votos.
Tampoco aquí habla de quemar el Congreso, irse a un rio a discutir la reforma, y muchos menos que alguien ahí dentro tenga que inmolarse; se trata simplemente del conteo de los votos de los representantes del pueblo, que se supone son los legisladores, y si es cierto como dicen los sabelotodo que hablan a nombre de una de las tendencias del partido de gobierno de que los votos para la reforma no existen, pues la forma mas fácil de demostrarlo es dejando a los legisladores que voten, si es el caso de que se tenga interés en reformar la Constitución.
Porque de lo que se trata en la democracia es de respetar las reglas del juego, en ningún lado se dice que la Constitución dominicana es letra sagrada, existe, y esta demostrado, el mecanismo por medio del cual se puede reformar, eso si, se necesita una mayoría de calificada de votos, y que se tengan o no eso solo puede ser demostrado en una reunión de la Asamblea Revisora convocada por una ley para tales fines, simplemente que se imponga quien cuente con mas votos y se acabó el evento.
Pero es mas fácil hablar de que ¨tendrán que irse a legislar a un rio¨, ¨esto aquí (hablando del Congreso) va a coger fuego¨ o ¨para pasar la reforma tendrán que pasar sobre mi cadáver¨, expresiones que demuestran una enorme inseguridad porque tienen un tufo a chantaje inaceptable en un sistema democrático donde se hace lo que diga la mayoría.
Lo mejor que podrían hacer es calmarse, pero eso es mucho pedir para los que se han lanzado a una campaña extemporánea y a destiempo, parece que se desesperan un poco más cada día que caen en el almanaque 24 horas del tan esperado mes de marzo.