En un comentario anterior nos referíamos a lo que había ocurrido en el cierre provisional del Centro Internacional de Cirugía Plástica CIPLA, y enfocábamos el cuidados que debe tener el regulador sanitario, entre otras cosas por el intento oficial en trabajar ahora el turismo de salud en el país.
Uno de los directivos del centro temporalmente clausurado nos decía que el establecimiento estaba siendo victima de una campaña, dirigida por sectores de la competencia y a ello se unía el temor de las autoridades por el ruido que alguien con influencia en la redes sociales tenía.
El dictamen de patología en el caso CIPLA fue que un coagulo graso se fue al pulmón de la victima y le provocó la muerte. Un caso muy lamentable, no prevenible dicen los médicos y que está dentro de las complicaciones que puede tener ese tipo de procedimiento estético.
Esta semana han muerto tres personas sometidas a procedimientos estéticos y el Ministerio de Salud Pública ha tenido una actitud totalmente contraria. Los centros donde estos hechos han ocurrido, han recibido un tratamiento distinto.
Es decir, me veo en la obligación de darle algún crédito a la versión de que el Ministerio de Salud se excedió, como dice el Presidente del Colegio Medico, cerrando un centro por la muerte de una paciente y cerrando los ojos frente a la cantidad de pacientes que mueren cada día en centros públicos y privados del país, que son prestadores de servicios de salud.
A dónde se fue la equidad, habría que preguntarse entonces.