Singapur. – La calidad del aire de Singapur se situó este sábado en niveles “insalubres” en medio de las disputas entre los países de la región por los humos contaminantes causados por los incendios forestales que arrasan Indonesia.
La medición de la Agencia Nacional de Medioambiente de Singapur (NEA por sus siglas en inglés), situaba hoy el nivel de concentración de partículas PM2,5 (las más perjudiciales para la salud) entre “elevado” y “alto”.
En este sentido, el organismo recomendó “reducir o minimizar el esfuerzo físico al aire libre, prolongado o extenuante, dado el pronóstico de calidad del aire para las próximas 24 horas”.
La NEA recalcó que la causa del deterioro de la calidad del aire es “una confluencia de vientos que conduce el humo de Sumatra (Indonesia) hacia Singapur”.
Los fuegos de Indonesia, que comenzaron al inicio de la temporada seca en junio y se agravaron a principios de este mes, están provocando tensiones diplomáticas con la vecina Malasia, que asegura que el humo llega hasta su territorio y afecta la salud de sus ciudadanos.
El Gobierno de Indonesia niega estas acusaciones y alega que los fuegos en Malasia contribuyen también a la crisis.
El humo de los incendios ha obligado a cerrar escuelas este mes tanto en Malasia como en Indonesia y ha disparado el número de afectados por enfermedades respiratorias, según denuncia la organización ecologista Greenpeace.
La agencia de gestión de desastres indonesia (BNPB) ha calculado que 320.000 hectáreas fueron calcinadas hasta el mes de agosto, mientras que, según Greenpeace, cerca de un cuarto del territorio quemado este año es bosque primario y turbera, suelo rico en carbono.
Éste es el peor año de incendios en Indonesia desde 2015, cuando fuegos, en parte provocados por empresas papeleras y de aceite de palma, quemaron una extensión de 2,6 millones de hectáreas, lo que resultó en una serie de medidas gubernamentales para proteger y restaurar los bosques protegidos y las turberas.
Aquel año, los incendios causaron unas pérdidas valoradas en 16.000 millones de dólares (14.300 millones de euros) y afectaron, gravemente, la salud de los habitantes en países vecinos como Brunei, Malasia y Singapur.