Sospechas hemos tenidos todos, unos de los otros desde que Trujillo implantó su régimen de terror haciendo que cada dominicano fuera temeroso de su prójimo, bajo alegato de que eso era bueno para la dictadura.
Esa cultura del miedo se ha mantenido con el tiempo, de tal manera que todavía en esta costosa democracia en que vivimos seguimos teniendo temor el uno del otro como comportamiento hasta hacia las instituciones del Estado y sus servicios que nunca mejoran a pesar del costo que tenemos que pagar.
El llamado voto electrónico implementado como prueba en las pasadas primarias partidarias no escapa a ese estilo de vida de los dominicanos.
Recordamos también que la transmisión de las actas escaneadas en las elecciones generales pasadas fue objeto de todo tipo de sospechas hasta ser eliminado ese mecanismo.
El proceso del voto de papel desacreditado hasta el tope por las propias prácticas dañinas de la clase política nacional nadie lo quiere por ahora.
En fin no existe aparentemente un método fiable para realizar elecciones presidenciales y de otra índole que no esté bajo sospecha de todos los actores que componen la sociedad dominicana.
Ahora con el afán que existe por parte de la Junta Central Electoral de poner en práctica el voto electrónico, las denuncias de una parte de la oposición, lo que pasó en Bolivia y todas las variopintas opiniones de los supuestos expertos en el tema, no tenemos que procedimiento implementar para las elecciones generales del año próximo, aunque la ley establece que es el voto debe ser por boleta de papel.
Ya dije que ese proceso ha sido desacreditado por los propios participantes del sistema de votaciones debido a los métodos de alteraciones que se han inventado para ganar el uno al otro.
La Junta Central Electoral está en una disyuntiva que es montar en el poco tiempo que queda la ruta de elecciones para el año próximo pero a la vez debe cumplir con la ley y contar con el apoyo de los protagonistas de su evento que son los partidos políticos.
Las opiniones encontradas están al pecho de tal manera que lo que defiende el oficialista PLD es a lo que se oponen ahora el opositor Leonel Fernández y sus aliados coyunturales como el Partido Reformista Social Cristiano y otras agrupaciones.
Lo menos que querríamos tener los dominicanos es una crisis política generada por el proceso electoral.
En el propio Partido de la Liberación Dominicana no todos están de acuerdo con la escogencia de su candidato presidencial aunque muchos prefieran quedarse callados por cuestión de conveniencia.
Ya ese proceso interno que escogió ese candidato originó la división del PLD con la salida de Leonel Fernández y varios de sus seguidores lo que en términos reales origina una situación de indefinición electoral en torno a los resultados presidenciales venideros, lo que por sí crea más gastos a un país que no merece esto.
En fin, mientras discutimos que formato utilizar para votar el año venidero la gente lo que quiere es ver que la clase política se ponga de acuerdo en cómo mejorar el nivel de vida que nos rodea.