Asistimos en estos días a un gran bullicio que se expande hasta los mas apartados rincones de la geografía nacional.
Desde el día 6 de octubre pasado, cuando se llevó a cabo el proceso de primarias para la elección de candidatos en los dos principales partidos políticos, el país ha sido sometido a una temperatura extrema, generando tensiones y temores que de alguna manera han operado para proyectar inestabilidad política, con todo y lo que esta trae, que pasa indefectiblemente por dificultades económicas a partir de la amenaza a la estabilidad cambiaria y por un freno a inversiones ya proyectadas en diferentes renglones.
Frente a este panorama, uno de los principales gremios empresariales nuestros, la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios –ANJE- volvió a plantear un escenario de discusión entre quienes tienen aspiración de dirigir los destinos nacionales y lo hace con el sano propósito de conocer las propuestas, en medio de un esquema que ellos bautizan como debate, pero que en realidad no es mas que una manera de facilitar a los candidatos un espacio para la promoción de promesas, que posteriormente olvidan.
Nuestros medios: Proceso TV, proceso.com.do y enTelevisión, desean poner sobre el debate una propuesta que establezca algún nivel de obligación entre el discurso y la práctica de quien pueda resultar electo para administrar el Presupuesto Nacional a partir del 16 de agosto del año 2020.
En ese tenor, planteamos la firma de un Gran Acuerdo Nacional entre los aspirantes a la Presidencia de la República, que debe iniciar con la firma, de inmediato, del Pacto Eléctrico, un proceso concluido y que por conveniencias particulares no ha sido posible firmar, aunque su contenido ha sido consensuado con las diversas fuerzas políticas, económicas y sociales del país.
A ello debería seguir la firma de un Plan Decenal sobre la política a desarrollar frente a los grandes temas nacionales. La agenda debería iniciar con el Pacto Fiscal, que está condicionado a la firma del Pacto Eléctrico. Un segundo tema, la articulación de una campaña sostenida para lograr que la comunidad internacional entienda y atienda la situación haitiana. Establecer en el período un tope al endeudamiento externo y junto con esto, producir mejorías sustanciales en la calidad del gasto.
Acordar un nuevo Plan Decenal de Educación, que en lugar de generar riquezas a quienes disponen de la compra de solares y de la construcción de aulas, intensifique el esfuerzo en la calidad de la educación a partir de la formación de individuos en capacidad de competir con cualquier profesional del primer mundo, cuando salga al mercado laboral.
Debe reenfocarse la educación superior en función de la necesidad nacional, la demanda internacional y acorde con los planes estratégicos del país. Durante el período acordado debe echarse a andar, con la coordinación del sector privado, un programa de generación de empleos dignos que reduzca los márgenes de la informalidad.
El compromiso debe incluir el asunto de la seguridad ciudadana; el caos en el tránsito en las ciudades mas habitadas del país; el establecimiento de una política sanitaria preventiva incluyente y, en la que el ser humano pueda estar por encima del lucro.
En materia agropecuaria, por igual, tenemos que acordar hacia donde marchamos. Cómo aumentar la cuota de exportación de rubros de gran demanda en el mercado internacional y cómo garantizar el abasto al consumo local y, de qué manera logramos mayor productividad y se reduce el costo de producción.
Y, finalmente tenemos que formalizar un acuerdo que, en apariencia opera, para que sea imperturbable el crecimiento del turismo, profundizando en las facilidades para inversionistas nacionales y extranjeros que deseen desarrollar proyectos en el país.
Más que palabras huecas y discursos elaborados por terceros, que al final son leídos por los candidatos, el país demanda de compromisos. Si las encuestas establecen el marcado descreimiento de los ciudadanos en la clase política y en quienes administran los recursos del Estado, entonces es tiempo de dar testimonio de fe. Firmemos un compromiso que nos constriña a un marco en el que solo importa el gran colectivo.