La OTAN ha decidido suspender “temporalmente” sus actividades de entrenamiento del ejército y las fuerzas de seguridad iraquíes, tras la operación estadounidense que mató en el país árabe al comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní (IRGC), el general Qasem Soleimaní.
En la cumbre de la OTAN de julio de 2018, los líderes aliados dieron luz verde a una nueva misión de formación y asesoramiento en Irak destinada a entrenar a los instructores del Ejército y las fuerzas de seguridad, complementaria del trabajo de la coalición internacional que combate al grupo terrorista Estado Islámico (EI), liderada por Estados Unidos. Hoy, el portavoz de la OTAN Dylan White recalcó que la suspensión temporal de los entrenamientos no supone el fin de esa misión.
“La misión de la OTAN continúa, pero las actividades de entrenamiento están suspendidas de forma temporal”, indicó en una declaración.
Fuentes aliadas añadieron que aún no saben cuándo se reanudará ese trabajo. El portavoz de la Alianza también precisó que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, hablaron por teléfono tras los últimos acontecimientos.
“La OTAN está monitorizando la situación en la región muy de cerca. Permanecemos en contacto cercano y regular con las autoridades de Estados Unidos”, agregó White, quien destacó que la seguridad del personal aliado es “primordial” y que se siguen tomando “todas las precauciones necesarias”. La misión de formación de la OTAN en Irak está compuesta por varios centenares de personas y, a petición del Gobierno iraquí, “están ayudando a fortalecer las fuerzas iraquíes y a evitar el regreso del Estado Islámico”, constató el portavoz de la organización.
Este jueves murió el comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní (IRGC), Qasem Soleimaní, en un ataque de Estados Unidos, una acción que muchos países han considerado que conlleva un riesgo de conflicto en el vecino Irak.
El ataque estadounidense tuvo lugar después de que seguidores y miembros de milicias chiíes iraquíes asaltaran la embajada estadounidense en Bagdad el 31 de diciembre, en medio de una escalada de las tensiones en el país. El general Soleimaní era el encargado de las operaciones fuera de Irán de los Guardianes de la Revolución y estuvo presente sobre el terreno en Siria y en Irak, donde supervisó a las milicias respaldadas por Teherán en ambos Estados árabes.