Las circunstancias han destinado el 5 de julio próximo, como un día de singular importancia para los dominicanos; al amanecer estaremos participando en unos comicios, que debieron celebrarse en el mes de mayo pasado, y que un pequeñísimo virus, imperceptible a la vista humana, nos obligó a cambiar de fecha.
El elector dominicano decidirá su destino para los próximos cuatro años, entre tres diferentes propuestas electorales: Primero la propuesta del gobierno; con claros visos de continuar con una obra de expoliación y degeneración de las instituciones y de los recursos públicos, de una manera burda y mal intencionada, sin temor ni pudor.
Segundo, la propuesta del polo opositor encabezado por el Partido Revolucionario Moderno; una apuesta a lo desconocido, cuyo éxito estaría vinculado a la buena intención de sus líderes; que primero tienen que demostrarle a la población su arrepentimiento a sus errores del pasado; aquel comportamiento por el cual doña Milagros Ortiz Bosch llamó a pedir perdón al pueblo dominicano.
Y la tercera de las propuestas, es una que el pueblo dominicano no tiene que analizar mucho, porque la conoce muy bien; es la propuesta de un hombre altamente conocido en todos los rincones del país; alguien que puede ampararse en la sentencia bíblica de que “Por sus hechos lo conoceréis”; me refiero a la apuesta del experimentado presidente Leonel Fernández.
Esta última está cimentada en la intención de reunificación del pueblo dominicano, bajo el esfuerzo de un gobierno de Unidad Nacional; que con el apoyo de todos sectores de la sociedad, rescatará el respeto por las instituciones y transformará aquellas que en vez de servir a la Nación, lo que hacen es dañarla.
En estos momentos tenebrosos que vive la humanidad, con una incertidumbre económica indefinida que augura las peores consecuencias para todos los países del globo; es necesario apelar a destreza, a la experiencia y a las amplias relaciones internacionales del Presidente Fernández, para guiar a puerto seguro nuestro amado país.
La improvisación, solo sería un paso hacia el vacío, una forma de aparejar una crisis con otra encima; confiar en un candidato presidencial que sus gestos lo denuncian como inseguro e incapaz, nunca debe ser opción para el electorado; esperemos que en su fuero interno el pueblo conserve su sabiduría de antaño, cuando conocía al ciego durmiendo y al cojo sentado.
El 5 de julio los dominicanos no dudaremos en elegir la mejor de las propuestas; votaremos con entusiasmo y en inmensa mayoría por La del Fuerza del Pueblo y partidos aliados y el camino seguro que nos ofrece Leonel Fernández Reina.