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  • Por: Edmundo Ledesma
  • lunes 31 agosto, 2020

Basta de denuncias, queremos sanciones ejemplares

República Dominicana.La corrupción constituye un difícil obstáculo para el desarrollo sostenible, pues representa mucho más que el desvío de recursos de su propósito legítimo, sino que corroe el tejido social de la comunidad, debilita el estado social, democrático y de derecho, estimulando por estas razones la desconfianza en el gobierno.

La corrupción socava la calidad de vida de las personas, limita las oportunidades de progreso, erosiona la educación, cuyas consecuencias son la desigualdad, la pobreza y la indigencia.

En fin, la corrupción propicia un entorno que estimula el incremento del robo, el raterismo, la delincuencia común y en algunos países sirve de acicate para la promoción de la delincuencia organizada, el terrorismo y el extremismo violento.

Debido a estas razones, parecería normal que los políticos, especialmente en periodos electorales elijan  como tema de campaña, la corrupción.

Sin embargo, en varios torneos electorales la oposición perdió el proceso porque eligió la corrupción, como tema de campaña para enfrentar al Partido de la Liberación Dominicana, debido a que en las encuestas realizadas por las firmas encuestadoras de mayor prestigio, la corrupción ocupaba el quinto y el sexto lugar entre las principales preocupaciones de los dominicanos.

Pero en el 2020 todo cambió, y Luis Abinader, presidente electo en las elecciones extraordinarias del pasado 5 de julio, ganó los comicios bajo la premisa de que enfrentará con energía, sin retaliación y sin politiquería, la corrupción.

Fueron efectivas desde una óptica electoral, las denuncias que hizo el Partido Revolucionario Moderno, sobre presuntas sobrevaluaciones de compras y licitaciones, hechas en el periodo de excepción, por el Centro de Operaciones de Emergencia, el Ministerio de Salud Pública, el Servicio Nacional de Salud, INAIPI, las Fuerzas Armadas, y el Plan Social de la Presidencia.

Pero todo cambió para Luis Abinader y el PRM, antes eran oposición y ahora son gobierno, en política, las denuncias les corresponden a la prensa y a la oposición. Al gobierno le corresponde investigar, someter a la justicia y sancionar, no denunciar.

Por eso, empieza a preocupar y hasta a molestar, todas las denuncias que han hecho los nuevos funcionarios sobre manejos irregulares del pasado gobierno, pero sin indicios de sanción.

A nadie le interesa las acusaciones de dolo en la ONSA, en el Plan de Asistencia Social, Odebrecht, en la CDEEE o en Punta Catalina. ¡Le interesa las sanciones!

En tiempos de estrés político se acostumbra a dar pan y circo, los dominicanos queremos pan, pero no queremos circo.

A la masa popular, indocta e irracional, se persuade con pan y circo, pero la clase media compuesta por técnicos, profesionales, maestros, investigadores, intelectuales y pequeños y medianos empresarios, no se convence con burdas manipulaciones políticas.

Los expertos en marketing político sugieren que en una campaña política la pasión vence la razón, sin embargo, la campaña razonada de cero corrupción y cero impunidad, liderada por la clase media, se impuso a las dadivas, el clientelismo y la campaña millonaria del gobierno de turno.

La base social que dio el poder al PRM, se lo podría quitar mas temprano de lo esperado, si incumple su promesa de erradicar la corrupción y la impunidad y de castigar a los corruptos del pasado y a los corruptos del futuro.

Y ya han recordado “el compromiso asumido presidente Luis Abinader, de someter a la justicia y recuperar a favor del Estado los recursos sustraídos en actos de corrupción”, y “Si en enero no hay un preso, en enero marchamos”

¡Basta de denuncias, queremos sanciones ejemplares!

 

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