Santo Domingo – La concesión del Premio Nobel de la Paz al Programa Mundial de Alimentos (WFP) es un reconocimiento conmovedor al trabajo del personal de WFP que arriesga su vida todos los días para llevar asistencia alimentaria a cerca de 100 millones de niños, mujeres y hombres que padecen hambre en el mundo. Personas cuyas vidas a menudo se ven devastadas por la inestabilidad, la inseguridad y los conflictos.
Cada una de las 690 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria en el mundo tiene derecho a vivir en paz y sin hambre. Hoy, el Comité del Nobel noruego ha centrado la atención mundial en ellos y en las consecuencias del conflicto. Los choques climáticos y las presiones económicas han agravado aún más su difícil situación. Y ahora, una pandemia global con su impacto en las economías y comunidades está empujando a millones más al borde de la inanición.
El Premio Nobel de la Paz no es solo de WFP. Trabajamos en estrecha colaboración con el gobierno, organizaciones y socios del sector privado cuya pasión por ayudar a los más vulnerables es igual a la nuestra. No podríamos ayudar a nadie sin ellos. Somos una agencia operativa y el trabajo diario de nuestro personal está impulsado por nuestros valores fundamentales de integridad, humanidad e inclusión.
Donde hay conflicto, hay hambre. Y donde hay hambre, a menudo hay conflicto. Hoy es un recordatorio de que la seguridad alimentaria, la paz y la estabilidad van de la mano. Sin paz, no podemos lograr nuestro objetivo global de hambre cero; y mientras haya hambre, nunca tendremos un mundo pacífico.