Desesperado por la abismal disminución de los ingresos tributarios a causa de la crisis económica que ha provocado el arribo del covid-19 a la República Dominicana, el gobierno está buscando recursos a través de partidas extraordinarias.
Por eso pidió un adelanto de sus impuestos a la Barrick Gold y al sector financiero. Hizo una serie de recortes presupuestarios a varias entidades del Estado e incluso pidió un “sacrificio” financiero a los políticos, al proponer la reducción de un 50% de los fondos asignados a los partidos políticos en el presupuesto del próximo año.
Para el presidente de la Fuerza del Pueblo, Leonel Fernández, todos los esfuerzos que está realizando el gobierno para incrementar los ingresos y reactivar la economía son insuficientes debido a que “no hay solución nacional a un problema de carácter global”.
“La presión fiscal de la República Dominicana es 14% del Producto Interno Bruto (PIB), con la crisis actual se ha reducido a un 11%, es decir, el problema que tenemos es que, con una economía que tiene una contracción de -7%, un déficit fiscal de -9%, y un incremento de gasto público, no hay forma de resolver eso”, explicó.
En ese sentido apeló a la sensatez del liderazgo político para que la República Dominicana asuma un rol protagónico” conectándose con los demás países de la región, apelando al Sistema de Naciones Unidas con la finalidad de crear consciencia universal de que no hay solución a este problema humano si no se asume un fondo global de solidaridad y cooperación, que de alguna manera lo ha planteado el G-20, lo que queremos es que de alguna manera se pase de la retórica a la acción”.
La verdad es que el nuevo gobierno enfrenta una crisis socioeconómica y política sin precedentes, pues la cuasi reforma fiscal establecida en el primer Proyecto de Ley de Presupuesto propuesto por el Poder Ejecutivo fue rechazado por la clase media.
Las propuestas de Alianza Público-Privada, para privatizar, la ONSA, el Metro, el teleférico, el Incart, entre otros, también fueron rechazadas.
Pero el gobierno necesita recursos para poder estimular la reactivación económica.
Aunque el presidente Luis Abinader anunció que para el próximo año se discutirá una reforma fiscal, que todos abogan porque la misma sea progresista, lo cierto es que no es lógico aumentar la carga fiscal al sector empresarial, en medio de una profunda crisis económica, sino todo lo contrario. En el ciclo económico actual de paralización de las actividades económicas quien debe sacrificarse es el gobierno, no las empresas, porque despojar de recursos al sector privado, profundizaría aún más la crisis.
Por eso no se debe soslayar la propuesta de Fernández, cuando indica que “deben todos los países de la región en el marco de La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), apoyándonos por lo que puede establecer La Comisión Económica para América Latina (CEPAL), y nosotros llevar esta idea por todas partes, de que los países de América Latina y los países de África se van a hundir en la pobreza extrema, no hay solución”.
En el libro “La guerra de los tres billones de dólares” de los economistas Joseph E Stiglitz y Linda J bilmes, tras criticar el dispendio de recursos que hubo en la invasión de Estados Unidos a Irak, consideraron que “podríamos haber desarrollado un Plan Marshall para Oriente Próximo o para los países en vías de desarrollo, algo que por cierto nos hubiera ganado las mentes y los corazones de sus gentes”.
El Plan Marshall, que se desarrolló entre los años 1948 y 1952, fue un programa mediante el cual los Estados Unidos facilitó recursos financieros para la reconstrucción y recuperación económica de Europa tras la II Guerra Mundial.
El presidente Luis Abinader debería comprar la idea de Leonel Fernández y auspiciar él, la convocatoria del liderazgo latinoamericano.
Es una gran oportunidad para que el presidente Luis Abinader aproveche los escenarios que nos ofrecen los organismos de integración regional, y juntos todos los países de la zona presentemos nuestro “Plan Marshall Latino Americano” pero bajo el liderazgo de la Republica Dominicana.
Es una inteligente manera de aumentar nuestra incidencia geopolítica y de gestionar los recursos financieros que nos urgen.
Es de la única manera que podremos mitigar el sacrificio económico que se prevé para la clase media y el sector empresarial.
Es la manera más sana, sostenible y expedita de recuperar el ritmo de crecimiento económico, de recuperar los empleos perdidos por la crisis y de no tener que aumentar vertiginosamente la deuda externa.