Santo Domingo.-En República Dominicana el 2020 tuvo una gestión de gobierno compartida, no porque los dos grandes partidos del sistema firmaran un acuerdo político para tales fines, sino como resultado de un proceso electoral donde la población decidió en julio cambiar de presidente en agosto.
Y como era un año electoral donde el soberano tenía en su poder la decisión de seguir o cambiar de autoridad, comenzaron a circular informaciones que como rumor a cualquiera podían llevar hasta el infierno, pero como verdad podían enseñarte el camino de la gloria.
Es así como en febrero trasciende que el Poder Ejecutivo mantuvo en secreto 55 decretos que durante enero barrieron con 139 funcionarios del Servicio Exterior y se nombraron 66 nuevos servidores en consulados y embajadas.
Antes de que llegara marzo, el mes de la entrada a territorio dominicano del Covid-19, el entonces presidente Danilo Medina se dirigió al Congreso Nacional el 27 de febrero, para desde allí rendir cuentas por octava y última ocasión sobre las ejecutorias de su último año de gestión.
Ante la Asamblea Nacional y el país, el sagaz dirigente político de Arroyo Cano proclamó que en su gobierno de ocho años, muchas cosas cambiaron para siempre.
A lo mejor ni se imaginaba que a partir de ese momento viviría los últimos seis meses de un gobierno cargado de tormentos.
Ya con la pandemia cobrando sus primeras víctimas, el 17 de marzo el Gobierno declara el país en estado de emergencia, cierra las escuelas y prohíbe actividades públicas en busca de frenar expansión de covid-19. 48 horas después y mediante el decreto 134-20, el presidente Medina oficializa el estado de emergencia nacional por 25 días, como medida preventiva frente al avance de la pandemia.
Al día siguiente el Poder Ejecutivo impone toque de queda de 8 de la noche a 6 de la mañana hasta el 3 de abril, saca de circulación los autobuses de la OMSA y prohíbe el transporte interurbano.
De las primeras medidas restrictivas de las autoridades, la pandemia ni se entera y la situación se agrava.
El 27 de marzo el Gobierno se desespera y le suma 3 horas al toque de queda y pasa a ser de 5 de la tarde a 6 de la mañana.
Frente a una crisis sanitaria agravada con el covid-19 sumando muertos e infectados, el Gobierno decide incentivar con un pago extra de 5 y 10 mil pesos a médicos, soldados, policías y otro personal del Estado que lucha contra la expansión del virus.
En abril el aparato productivo del país sigue frenado y desde Duquesa, el vertedero sigue votando humo, envolviendo cada noche el Gran Santo Domingo en una espesa cortina de ceniza, agravando el estado de salud de miles de personas con problemas respiratorios y amenazados por el virus, hasta que finalmente el 19 de mayo El Gobierno da por controlado el fuego a casi un mes de humo y candela.
Antes de que concluya junio y a pocos días de las elecciones congresuales y presidenciales del 5 de julio, El Gobierno extiende por dos meses los programas de ayuda social a grupos vulnerables y empleados suspendidos por las empresas, como consecuencia de la pandemia.
Con cien días en estado de emergencia y frenada la fase tres de la reapertura económica, el Gobierno ordena el primero de julio reabrir parcialmente los hoteles, restaurantes y aeropuertos, medidas que son de la fase 4 de la desescalada del covid-19.
Con el tren de la economía aun tratando de rodar sobre sus rieles, el covid-19 no cede, y el 21 de julio el Gobierno impone un nuevo un toque de queda por 20 días, tratando de frenar el avance de la nueva cepa de coronavirus.
Antes de que concluya julio, el presidente Danilo medina corre hacia Baní y encabeza el acto inaugural de las plantas termoeléctricas de Punta Catalina, considerada por algunos analistas de la política como la “obra cumbre” de su gestión.
Con dos semanas por delante para entregar el Gobierno, el presidente Medina hunde el acelerador y recorre ciudades y campos inaugurando decenas de obras que aún estaban inconclusas.
Llegó el 16 de agosto y el gobierno cambia de mando. Danilo Medina en yipeta regresa a su casa, y Luis Rodolfo Abinader con la banda tricolor en su pecho sale del Congreso hacia el Palacio Nacional en un novedoso automóvil Tesla eléctrico de última generación, que se convirtió en la gran sensación de la toma de posesión.
Entre decreto y decretos y afinando la lucha contra el Covid-19, el nuevo gobierno pasó su primera semana, y el 23 de agosto tiene que ponerle el frente a los daños ocasionados por Laura, la tormenta que en la madrugada de ese día azotó gran parte de República Dominicana, provocando cuatro muertes, inundaciones y destrozos en el agro y en decenas de infraestructuras.
El último fin de semana de agosto el presidente Abinader se lo pasa en Pedernales, un descanso que mezcló con varias horas de trabajo al escoger esa provincia como punto de partida para el relanzamiento del turismo, y el primero de septiembre y con apenas dos semanas en el Palacio Nacional, el jefe de Estado se ve obligado a extender el toque de queda por 25 días más para hacer frente a un covid-19 que no respeta gobierno viejo ni nuevo.
A pesar de la pandemia el nuevo gobierno tiene que seguir dado señales de avances frente a una sociedad que reclama acciones y soluciones.
El 4 de septiembre Luis Abinader se traslada a la región este y da una importante demostración de lo que significa para el nuevo gobierno la continuidad del Estado, poniendo en operación el muelle turístico de Miches, construido por el gobierno de Danilo Medina.
Más adelante visita a Pepillo Salcedo y anuncia la reconstrucción del muelle de Manzanillo, como parte de un plan de desarrollo para la región noroeste.
De vuelta a Santo Domingo, el Presidente Abinader presenta el plan de reforma carcelaria y encarga de esa tarea a Roberto Santana, tras nombrarlo asesor honorífico en materia de seguridad del Poder Ejecutivo.
El 12 de septiembre Luis Abinader se muda a Santiago por tres días, celebra un Consejo de Gobierno donde recibe informes de ministros, inicia la construcción de varias obras y se reúne con líderes de diversos sectores de la provincia.
Antes de que concluyera septiembre, el Poder Ejecutivo suspende sin sueldo a varios funcionarios que no presentaron a tiempo sus declaraciones juradas de bienes ante la Cámara de Cuentas; el 5 de octubre rompe relaciones comerciales con Odebrecht y sus empresas consorciadas, y tres días después suspende los contratos a los suplidores de asfalto caliente, alegando que son inequitativos.
Con el último trimestre del 2020 avanzando, la guerra comercial entre Estados Unidos y la China Popular aterriza en el país con una polémica que la mayoría de la gente, a pesar de tener teléfonos inteligentes poco entiende, cuando se habla de red sucia y red limpia, lo que provoca un enfriamiento de las relaciones dominico-chinas, en medio de unos renovados amores entre el gobierno dominicano y los Estados Unidos.
Con un último mes del año envuelto en toque de queda, que como resultado de la pandemia no se parece mucho a diciembre, el presidente Abinader recibe en Palacio sus invitados del Consejo Nacional de la Magistratura, mientras termina el 2020 con la tranquilidad de saber que, su todavía corta gestión de gobierno, tiene el apoyo de más del 70% de la población dominicana, según dicen las encuestas.