SANTO DOMINGO.- Hoy se conmemora en el país el 205 aniversario del natalicio del patricio Ramón Matías Mella, quien nació en esta capital el 25 de febrero de 1816 y tuvo una destacada participación en la guerra de Independencia. Era hijo de Francisca Castillo y Antonio Mella Álvarez.
En 1835, en plena dominación haitiana, fue nombrado «Preposé», o encargado de la comunidad de San Cristóbal. Allí se dedicó al negocio del corte de madera, actividad de la que también se ocupaba Antonio Duvergé, lo que hace suponer que ambos líderes se conocieron entonces. Mella era hábil con el sable y la espada.
El 1 de marzo de 1844 se integró como miembro de la recién creada Junta Gubernativa Provisional durante la Primera República y pocos días después partió para el Cibao, donde asumió el cargo de gobernador de Santiago y delegado de la Junta Central Gubernativa, convirtiéndose en el jefe político y militar de la región más importante del país. Ostentó el rango de General del Ejército Nacional e hizo venir a José María Imbert desde Moca, quien lo auxilió como «mano derecha» en el mando militar.
Al dar comienzo la Batalla de Santiago, Mella, que no se encontraba en el campo de batalla, impartió las primeras instrucciones y escogió a Imbert como lugarteniente.
Cuando Faustin Soulouque invadió el país, Mella se incorporó al ejército, destacándose en la Batalla de Las Carreras, y pasó a ser secretario de Pedro Santana. Luego de la renuncia del presidente Manuel Jimenes y la elección de Buenaventura Báez como presidente, en septiembre de 1849, Mella fue nombrado Secretario de Estado de Hacienda y Comercio.
Al surgir la enemistad entre Santana y Báez, Mella decidió seguir al lado del primero. Sin embargo, la obstinación de Santana por querer anexar el país a España los enemistó para siempre. Entre 1849 y 1861, Mella rechazó a Santana y su proyecto de anexión.
Mella desempeñó los cargos de Comandante de Armas, Ministro de la Guerra, Gobernador de Santiago, Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario en Misión Especial frente al Gobierno español. En julio de 1856 se le encomendó preparar un proyecto de ley para organizar el ejército.
Aunque no se sabe cuándo conoció a Duarte, una vez fundada La Trinitaria, se adhirió a ella en calidad de miembro mediante un comunicado, junto a Sánchez y Félix María del Monte. Duarte vio en Mella un discípulo de condiciones excepcionales y lo designó como sustituto de Juan Nepomuceno Ravelo cuando éste fracasó en las gestiones de llegar a un acuerdo con los dirigentes haitianos con la finalidad de organizar el movimiento de «La Reforma».
En enero de 1843 fue comisionado por Duarte para trasladarse a la villa haitiana de Los Cayos de San Luis, al sur de la isla, para tomar contacto con los revolucionarios reformistas adversos al presidente Jean Pierre Boyer.
Convocó e hizo posible una alianza entre los trinitarios y los reformistas haitianos que combatían con Boyer. Esto trajo como consecuencia, el 16 de enero de 1844, que se firmara el acta de separación, que proclamó la necesidad de separarse de la opresión haitiana y oficializó la unión de liberales y conservadores. Durante la guerra de independencia ocupó la región norte para impedir la penetración haitiana.
Una vez declarada la independencia, Mella proclamó a Duarte presidente de la Junta Central Gubernativa con la finalidad de evitar que algún partidario del colonialismo ocupara el poder. Esta actitud provocó que Pedro Santana lo expulsara del país.
Mella regresó al país en 1848 amparado en la amnistía del presidente Manuel Jimenes y se unió a los conservadores liderados por Pedro Santana, hasta que en 1861, ya ante la eminente anexión a España, se adhirió a los restauradores.
En agosto de 1863 viajó al sur, atravesando la Cordillera Central por Constanza, con el encargo de organizar las tropas restauradoras dirigidas por Pedro Florentino. Durante la restauración fue designado Ministro de la Guerra y elaboró un manual de guerra de guerrillas en enero de 1864.
Mella se desempeñaba como vice-presidente de la República Dominicana cuando en pleno Grito de Capotillo, enfermó de disentería. Poco antes de morir pidió que sus restos fueran envueltos en la Bandera Nacional y pronunció estas palabras: “Aún hay patria, viva la República Dominicana”.
Murió el 4 de junio de 1864, en extrema pobreza, en una pequeña casa cercana a la Fortaleza San Luis, en Santiago, siendo enterrado cubierto por la bandera dominicana como fuera su deseo. Sus restos se encuentran, junto a los de Duarte y Sánchez, en el Altar de la Patria.
De las tres grandes figuras próceres del siglo XIX, fundadores de la República, Matías Ramón Mella representó la expresión militante y decidida y el más adaptado a las actividades políticas de una sociedad precapitalista
Junto con Francisco del Rosario Sánchez, Mella lideró en 1844 la proclamación de la independencia y formó parte del gobierno provisional, pero, tras la victoria en Azua, el conservador Pedro Santana se hizo con la presidencia y decretó el exilio de los trinitarios.
Su nombre apenas era mencionado el 25 de febrero, cuando se conmemora la proclamación de la República, y en ambos casos se estilaba destacar la singular acción de la puerta de La Misericordia cuando, en un gesto de indudable arrojo espartano y como consecuencia de una intempestiva decisión, Mella hizo el disparo auroral de la República, precipitando de esa manera el feliz desenlace de aquellos acontecimientos memorables.
En la época actual, sin embargo, si los investigadores y analistas del pasado procedieran de manera imparcial y al margen de las pasiones políticas o familiares, cuando se aproximen al conocimiento de los sucesos que dieron lugar al nacimiento de la República Dominicana, podrán constatar el hecho insoslayable de que entre los febreristas y trinitarios fundadores del Estado-nación, que los duartistas bautizaron con el nombre de República Dominicana, Ramón Matías Mella fue, al decir del historiador Emilio Rodríguez Demorizi, el de mayor significación política y social y –con excepción de Duarte- el de más exaltado patriotismo.