República Dominicana-El aumento de los productos de primera necesidad golpea cada vez más a familias de escasos recursos, como las que residen en los barrios marginados de la parte de la capital, donde los más desposeídos deben hacer de tripas corazón para sobrevivir con salarios de miseria, o en el peor de los casos, sin ningún tipo de ingreso fijo.
Con una canasta básica familiar que sobrepasa los 22 mil pesos, la más económica y salarios mínimos que no alcanzan los 18 mil pesos mensuales, es casi imposible tener una vida digna, sobre todo para aquellos que no cuentan con la ducha de tener trabajos estables.
Un ejemplo de ello, lo es la señora Esmeralda Valdez, de 60 años, residente en el sector 27 de Febrero, en el Distrito Nacional, positiva al VIH sida y con problemas cardíacos que le impiden trabajar, por lo que está sujeta a subsistir con lo que puedan darle sus dos hijos, con quien comparte los dos cuartitos techados de madera y cobijados de zinc, que le sirven de casa y que evidencian su miseria.
“Eso es llevándose a uno, el demonio es el demonio que se está llevando a uno. Es viviendo una vida incomoda porque todo está caro nada más no es el arroz el aceite, cuando quieren poner el pan a diez pesos imagínese”, narra la señora Valdez.
Sin embargo, 6 mil pesos que gana su hijo como recolector de basura del Ayuntamiento del Distrito Nacional y 8 mil que devenga su hija como empleada doméstica, no le alcanzar para costear sus medicamentos y alimentación.
“A veces se gasta seis mil siete mil, de lo que venga la receta, seña que no nos está yendo cómodo en la vida”, añadió.
Pese a pertenecer a una clase económica baja, Valdez nunca ha recibido ningún tipo de ayuda por parte del Gobierno, ni siquiera ha formado parte de los programas de sociales puestos en marcha durante la pandemia, debido a que no posee documento de identidad.
Con Esmeralda Valdez comparten miseria sus vecinos, Luis Miguel Feliz Correa y Anyeli Pozo, padres de seis niños y con ingresos que no les permiten sobrevivir sin endeudarse, pues ella cobra 12 mil en una zona franca y él se gana la vida como chiripero, pero no siempre hay trabajo.
“Lo que uno se gana no alcanza para sobrevivir yo vivo de hacer chiripa yo vacío plato, pero el costo d esa vida está muy fuerte lo que uno gana no da para nada”, señaló Luis Miguel Feliz.
Estas familias son solo un reducido ejemplo de las tantas, que en República Dominicana, tratan de sobrevivir, con salarios de miseria y una canasta básica familiar, a la que solo pueden tener acceso los ricos.