En la política dominicana hay un ingrediente, que siempre ha jugado un papel preponderante; ese elemento discordante en una actividad como ésta, es el resentimiento mostrado por una parte importante de sus participantes.
Estos pesares o enojos, en una actividad cuya naturaleza y metas están mucho más allá del ego de los participantes, se dan por las flaquezas y limitaciones humanas que conservan nuestros políticos.
Dentro de los diferentes resentimientos que afectan la actuación política en nuestro país, están el social y el económico, que van íntimamente ligados; y otro muy importante e inconfesable, para sus detentores es el generacional.
En los principales protagonistas de nuestra política en el siglo pasado, el profesor Juan Bosch y el Dr. Joaquín Balaguer, no son notables las acciones por resentimientos. Quizás, el alto nivel cultural de ambas personalidades los inhibió de estas debilidades humanas.
Pero esto, no fue así con algunos personajes de poca importancia dentro del tablero político, como fue el caso del Dr. Jiménez Grullón contra don Juan Bosch; ni los ataques personales, por su extracción social y étnica, de algunos acólitos del Dr. Balaguer en contra del Dr. José Francisco Peña Gómez.
En las últimas décadas, ha habido manifestaciones señeras de resentimiento social de importantes líderes políticos dominicanos; lo vemos en el hecho de que un ex presidente, el Ing. Hipólito Mejía, manifieste lo inconcebible de que, “un abogadito de tercera categoría, con un saquito de poliéster, pueda ser presidente de la República”, todo esto según él.
Cuando Hipólito externaba este juicio, se refería al Dr. Leonel Fernández, a la sazón presidente de la República; pero también, en una de sus campañas electorales hizo referencia a “un candidato salido de una jurunera de San Juan de la Maguana” para referirse al ex presidente Danilo Medina; lo cual es una muestra de desprecio a la extracción social de éste.
Hemos obviado un poco atrás, nuestros comienzos; al presidente Ulises Heureaux (Lilís) se le menospreciaba por su color y procedencia; y a Rafael L. Trujillo por su extracción social.
En el orden del resentimiento generacional, y también social, el líder político más vilipendiado de las últimas décadas, ha sido el Dr. Leonel Fernández; sectores nacionales de la pequeña burguesía, han respondido al discurso de personajes como el ex presidente Hipólito Mejía, cuestionando la idoneidad del Dr. Fernández para liderar y conducir la Nación Dominicana.
No obstante, Leonel Fernández haber gobernado el país durante 12 años, existen sectores de nuestra izquierda pequeño burguesa, que persisten en odiarlo, porque ellos creen que les arrebató la oportunidad de conducir al país en el momento de transición en que él lo tomó.
Esos arrebatos todavía se manifiestan, en las pasiones de personajes como el periodista, que sin tomar en cuenta la coyuntura política recién pasada, matizada por la división del partido de gobierno y el escenario de la pandemia, acaba de aprovechar el momento de dolor y distracción personal que afecta al presidente Fernández para inferirle un trapero ataque político.
¡Que vileza! Utilizar los días del velatorio de doña Yolanda Reyna, para en un artículo de marras, calificar a Leonel Fernández como un pordiosero de la política.
Pero, eso no es raro en el comportamiento del pequeño burgués, que ha fracasado en alcanzar el techo de sus metas económicas y sociales, y que culpa a otros por su ineptitud y su falta de talento.
Bueno, el sendero de la historia está repleto de obstáculos y desafíos; y en este escenario, solo el tiempo juzga lo razonable o irrazonable.
Dudamos que al Dr. Leonel Fernández, le fastidie las incongruencias de quien nunca ha alcanzado 5 minutos de gloria.