Le tocó a la obra ¨Hay que Deshacer la Casa¨, reactivar las salas de teatro en la Re. Dom. Uno de los grandes éxitos teatrales de 1985 fue este drama femenino escrito por el dramaturgo español Sebastián Junyent, que obtuvo el premio Lope de Vega al mejor texto teatral, conoció una adaptación con personaje masculinos y al año llegó al cine, obteniendo el Premio Goya en los papeles protagónicos. la Sala Ravelo del Teatro Nacional recupera este montaje bajo el sello de la productora teatral Atrévete, srl, con Gianni Paulino y Giamilka Román bajo la dirección de Manuel Chapuseaux.
PUESTA EN ESCENA
Llegas al Teatro, y ves en el escenario de la Sala Ravelo, una caja negra con algunos muebles, cuadros recogidos, cajas amontonadas y detalles que te llevan a pensar en una casa abandonada por sus dueños que ya no viven allí, se fueron o murieron. Los elementos nos evocan una época: tocadiscos, una radio, un baúl, un abrigo de piel, unos manteles tejidos, teléfono de disco, muebles de caoba y llena todo el espacio una foto imponente de la imagen paterna. La primera en aparecer es Ana (Giamilka Román ), una mujer joven que llega a la casa sin luz eléctrica. Está esperando la llegada de Laura (Gianni Paulino), quien la ha convocado para una reunión en la casa que las vió crecer, después de haber estado muchos años viviendo en el extranjero.
EL REENCUENTRO DE HERMANAS
La recién llegada parece tener prisa, se nota que no le apetece nada estar allí y quiere irse rápido pero Laura, la mayor de la hermanas la convence de que se quede porque su madre quería que “deshicieran la casa” familiar juntas, tras su muerte. No le quedará más remedio que enfrentarse al pasado y al retrato de su padre, que aún le da miedo. Recuerda lo sucedido, cómo debió irse de allí con tan solo 17 años debido al carácter extremadamente severo de su progenitor.
La inicial desconfianza de Ana acaba convirtiéndose en complicidad con su hermana. No han sabido demasiado la una de la otra en los últimos años y tienen que ponerse al día, confesar si son felices con sus parejas o los hombres con los que han estado, rememoran su vida en el pueblo durante su infancia, sus respectivas noches de boda y se aprecia su dolor al hablar de la figura del padre y todas las cosas que no les permitía hacer.
El descorche de una botella de vino provoca que se vayan soltando cada vez más y después de cantar y bailar el icónico tema musical ¨ I´m singing in the rain¨ se decidan a entrar en el tema económico. ¿Cómo se dividirán los objetos de valor, las joyas…? ¿Qué harán con la casa? ¿Quién merece la herencia y quién no? La conversación irá subiendo de tono hasta llegar desnudar las verdaderas intenciones de repartir una herencia, afloran los verdaderos sentimientos, la defensa de lo que piensa ha ganado como compensación al haber aguantado las enfermedades, los maltratos y las muertes de sus padres cuando la otra se marchó y la dejó sola, y la soledad que las une a pesar de haber tomado caminos diferentes. En más de una hora, pasa frente al espectador la vida de niñas criadas bajo una educación autoritaria, adolescentes reprimidas, y mujeres subyugadas emocionalmente a pesar de mostrar al mundo una apariencia feliz.
Deben decir adiós al ayer, romper con el pasado para volver a sentirse liberadas y capaces de iniciar una nueva vida, pero se resisten porque es lo único real que tienen en la vida, lo demás es solo pantalla frente a una sociedad que les exige reaccionar bajo los cánones del bienestar y la felicidad ficticia.
Una obra que va de menos a más intensidad, una escenografía que recrea los años 60s 70s, vestuario y peinado de época, nos llevan a conocer un pasado cercado pero distante por los grandes cambios que ha vivido el mundo en últimos 20 años. Dos actrices, Gianni Paulino y Giamilka Román, que vimos antes en la obra ¨Big Capital¨ con gran acierto y vemos ahora volcadas en sus personajes dramáticos para hacernos vivir una montaña rusa de emociones con pequeños momentos de humor para bajar la fuerza y energía de una obra que te mantiene en vilo todo momento, sin una distracción para pensar en quién se quedará con la herencia, porque al fin y al cabo lo que subyace es el lazo inquebrantable de la hermandad más allá de todo lo vivido.
El sello Atrévete,srl en las producciones teatrales garantiza la calidad en la puesta en escena, el nombre de Manuel Chapuseaux en una dirección habla de la organicidad al combinar los elementos del lenguaje teatral y presenta una puesta en escena cercana, genuina y real que vibra en cada una de las escenas, y te hace a través del lenguaje teatral meterte en la historia como si fuera propia.
Gianni Paulino en el personaje Laura, recurre a toda su fuerza interpretativa para caracterizar a la mayor de las hermanas, quien se refugia en el alcohol para asumir como valioso un estilo de vida que le ha impuesto la sociedad. Crecida en el tiempo y en el escenario logra hacer empatía con la mujer sumisa y hogareña, y nos presenta un personaje rico en caracterizaciones y exquisitamente logrado para provocar la risa y llanto de público.
Mientras que Giamilka Román, quien caracteriza a Ana, la hermana rebelde que se fuga de la casa para escapar de una educación castrante que la persigue donde quiera que vaya, enarbola sus dotes de actriz de larga data para presentar un personaje con grandes momentos de aciertos.
Teatro en estado puro para vivir una catarsis y experimentar emociones dentro del marco contemplativo del asiento de la sala de teatro.
Enhorabuena para la obra ¨Hay que Deshacer la Casa¨, esperamos su reposición próximamente para disfrutar de buen teatro en el país. Espectacular!