Quienes conocimos la ciudad de San Cristóbal en República Dominicana, durante los años 70s del siglo pasado, recordamos que esta ciudad estaba centrada al oeste del río Nigua y que, hacia el este, en lo que hoy es el sector de Madre Vieja, la instalación más importante era la Finca Experimental del Instituto Politécnico Loyola.
Sobre la Carretera Sánchez hasta llegar a la comunidad de Hatillo, no recordamos ni grandes comercios, ni construcciones importantes; existían esparcidas viviendas campesinas, muy alejadas unas de otras. Más o menos a un kilómetro, después de dejar el puente sobre el Nigua, en la parte sur de la carretera existía, una minúscula colonia de japoneses, que cultivaban hortalizas.
El lado este de la ciudad se limitaba por la zona de tolerancia (los prostíbulos) al sureste, al final de la calle Padre Ayala; la Avenida Libertad y el barrio de Jeringa, que ya comenzaba a constituirse como cinturón de miseria; no se pensaba en esos tiempos en viviendas amenazadas por el río Nigua.
Los lugares de referencia en el centro eran la Ave. Constitución, la Parroquia Nuestra Señora de la Consolación frente al Parque Piedras Vivas, el Instituto Politécnico Loyola, el Mercado Municipal frente al parque Redames, y no podemos olvidar el Palacio del Ayuntamiento y el Parque de los Vagos.
Madre Vieja Sur o Norte, eran predios de cultivo que, en los años 80s se comenzaron a vender por solares; en la parte norte de forma muy desordenada, y en la parte sur, con un poco más de orden y criterio urbanístico.
Estos sectores hoy, pueden sorprender de forma grata, a cualquier persona que no haya estado en la ciudad de San Cristóbal en los últimos 30 años. En Madre Vieja Norte está en fases finales la instalación de un gran supermercado, perteneciente a una de las grandes cadenas nacionales; lo que no existe en la parte oeste de la ciudad, quizás por la falta de espacios.
En Madre Vieja Sur, se han hecho inversiones multimillonarias en viviendas y residenciales, primero de forma individual, y ahora con importantes compañías constructoras que descubrieron esta zona como un filón de oro.
En 1985, llegamos a este sector con la intención de adquirir un solar, y en la calle Eugenio María de Hostos que, en esa época era un callejón para caballos y carretas, negociamos con uno de los primeros adquirientes un solar de 270 metros cuadrados, por RD $2,600.00 incluyendo los gastos del ayuntamiento para el traspaso del mismo.
Hoy dos mil seiscientos pesos, cuesta el pensar en comprar alguna propiedad en ese sector. Allí en Madre Vieja Sur, están situados dos grandes supermercados, modernas ferreterías, y sucursales de todos los bancos nacionales; y para bendición de sus habitantes se mudaron o cerraron casi todas las industrias que afectaban el medio ambiente.
Escuelas, gimnasios, clubes deportivos, han venido a adornar los residenciales de las madres viejas; pero como toda San Cristóbal y gran parte del país, a estos sectores le afecta el mismo defecto; crecieron muchísimo, pero se quedaron con los pantalones cortos.
Los servicios son inadecuados; el agua potable llega a cuentagotas, y en la parte sur, el agua es suplida de pozos tubulares contaminados por todos los pozos sépticos con sus filtrantes que, rodean el área; porque en esta parte de la ciudad no existe drenaje cloacal; apenas se han hecho drenajes muy limitados para las calles.
Las vías de acceso y de salida de la parte sur, son muy limitadas; desde la subestación eléctrica de la CDEEE, pasando por la escuela pública, hasta el puente que lleva al estadio de la Padre Ayala, se forman tapones vehiculares de horas y horas; y lo mismo sucede en la carretera Sánchez, a nivel del conocido cruce de Liranzo.
Las calles, avenidas, y carreteras han quedado estrechas e inadecuadas para el flujo vehicular; y los planes de los gobiernos municipal y central, que sepamos no existen para resolver estos problemas.
Mientras soñamos con soluciones, para las limitaciones, Madre Vieja poco a poco sigue avanzando hacia Hatillo; ya acaricia con sus manos de concreto, sus bellas colinas verdes.