Diciembre del 2019 fue el mes del frenazo económico mundial; cuando un virus respiratorio que, no tardó en ser declarado como pandemia, apareció en los confines de la China para esparcirse por el mundo como un contagio pasmoso e irreverente, incapaz de respetar opulencias o religiones.
A pesar de la propiedad de las informaciones que apuntaban la descripción infecciosa y la letalidad de la enfermedad, los gobiernos, encabezados en su mayoría por políticos profesionales y tradicionales, fueron torpes en orientar sus gobernados; y queriendo mantener sus índices de aprobación que, les garantizaban continuación de sus mandatos, desinformaron en vez de orientar y dirigir.
Como la inteligencia colectiva es mayor de lo que imaginan quiénes tratan de burlar la, los resultados políticos a través de todo el globo, fueron devastadores, durante los procesos electorales en el desarrollo de la pandemia.
República Dominicana no fue la excepción de la regla; el gobierno de Danilo Medina que, tomó la situación como tabla de salvación para una candidatura presidencial impuesta dentro de su partido, pagó las consecuencias de ese atrevimiento con una debacle electoral en todos los ámbitos de elección popular.
Los réditos políticos de esa decisión en una coyuntura inesperada, los está pagando muy caros todo el pueblo dominicano, en especial la clase media, que comienza a resbalar hacia niveles de pobreza inimaginables.
La situación coyuntural mundial fue inesperada, e incidía en todos los ámbitos, desde el comportamiento social que cambió drásticamente, hasta la interrelación económica de sectores nacionales y extranjeros.
Por lo inesperada de la situación, nadie podía aspirar a un típico comportamiento colectivo; y en el sentido electoral el pueblo dominicano se volcó hacia la opción política menos capacitada para sacarlo del trance caótico de aquel momento.
Hoy, sumadas a las adversidades que trajo consigo la odiosa pandemia, tenemos los desaciertos del gobierno de Luis Abinader; descuido de los sectores productivos, falta de visión en la política económica internacional que incide en la importación de los productos necesarios para la industria local; y así, una cadena de desacertadas medidas que, han venido a mermar la calidad de vida del dominicano.
El último botón de la corona, es el aumento a la tarifa eléctrica que, junto a la desbocada inflación, vienen a reventar la situación de precariedad que ya venía sufriendo el pueblo dominicano.
Y pensar que faltan dos años de ensayos de los aprendices a gobernantes que el PRM les ha deparado a los dominicanos.
Esperemos que aparezca algún genio con sentido común que, le haga ver al Presidente que lleva al país por un sendero equivocado, y que, de no cambiar, puede cosechar consecuencias nefastas para toda La Nación.