En países del tercer mundo, como la República Dominicana, la actividad política viene siendo, desde mucho tiempo atrás una atracción parecida a un deporte nacional como el baseball (la pelota, como le llamamos, los dominicanos); muchos quieren ser políticos, y todos hablan de política.
Si un 10% de quienes quieren ser políticos y parlamentan todos los días sobre esta actividad, entendieran realmente en qué radica y para qué sirve, se pudiera designar la República Dominicana como un laboratorio global para ensayos sociológicos, económicos y políticos destinado a conseguir el bienestar de la humanidad.
Pero, lamentablemente no es así, la mayoría de programas interactivos (radio y TV), de las opiniones escritas, y de quienes pontifican de una manera o de otra en política, lo hacen por motivaciones personales, que no tienen ningún basamento científico, ni en lo social, ni en lo económico; las dos variables básicas de la actividad política.
Ahora, en este mismo momento, las bases políticas del presente gobierno dominicano, están resquebrajadas; el sector empresarial que acompañó al PRM a ganar las elecciones del 5 de julio del 2020, y que ha dado carácter al gobierno del Lic. Luis Abinader (según el pueblo, “el gobierno de los popis”), se encuentra en el estrecho callejón del cuestionamiento y las pugnas de la repartición.
Esto es muy peligroso para la democracia dominicana, dentro de los procesos de crisis que vive el mundo. Luis Abinader es un presidente, que surgió de unas atípicas elecciones, afectadas por una intensa crisis derivada de la pandemia del Covid-19; esas elecciones matizadas por las limitaciones del momento, condujeron a unos resultados fugaces que evitaron enrumbar al país, de una crisis sanitaria hacia una crisis política.
Las elecciones del 5 julio del 2020, tenían una masa habilitada para votar de 7 millones 529 mil 932 personas; de esa cantidad, solo ejerció el derecho a sufragio el 55%, produciéndose una abstención de un 45%; la más alta desde 1998.
Los resultados de estas elecciones fueron condicionados por la pandemia, y el miedo de la población a contagiarse. Analizando los resultados, el favorecido no solo lo fue por el aspecto político, sino también por el aspecto pandémico convertido en abstención; y así también, fueron afectados los desfavorecidos.
Bien, de ese 55% que acudió a las urnas, el 52.52% votó a favor del Lic. Luis Abinader; el resto lo hizo por otros candidatos. Pero resulta y viene a ser que ese 52.52% de los que ejercieron el sufragio a favor de Abinader, aplicado a los 7 millones 529 mil 932 registrados, es solo el 28% de esa totalidad de sufragantes; esto evidencia la pobreza de la base popular del gobierno de Abinader.
Con un gobierno con estas características, no debemos tentar la suerte; el pueblo dominicano es levantisco, y el PRM- PRD en el gobierno, nunca ha sabido tomar las medidas correctas en los momentos de crisis sociales.
A la inflación que acogota los hogares dominicanos, el gobierno le ha sumado un aumento descomunal de la tarifa eléctrica, en un momento en que la clase media y los más pobres, hacen malabares para mantener sus vehículos moviéndose con un combustible sumamente costoso.
Los dirigentes políticos experimentados del PRM, deben entender que, si dejan a los “popis” seguir con sus ensayos de aprender a gobernar, los resultados podrían terminar en el peor de los escenarios, un levantamiento social.