Aunque los hechos (el siguiente más conmovedor que el anterior) nos hayan despojado de la capacidad de asombro, es imposible quedarnos frizados ante lo que ocurre hoy, pero que también ocurrió ayer.
Es difícil mantener el control de si mismo cuando nos levantamos pensando en la enfermedad que está inundando a mentes débiles, que no tienen "alma" al momento de desarmar, torturar, matar y luego gozarse su fria osadía.
No han curado las heridas, y menos secado las lágrimas por casos que invaden de titulares los medios, cuando una demencia nos obliga a iniciar el día con una dramática tragedia, que tuvo epicentro en Villa Francisca, pero que sus efectos se sintieron más allá del territorio dominicano.
Tan complicado está el día a día, que hasta los planes diseñados para intentar garantizar la seguridad ciudadana actúan en contra de la cotidianidad.
En el corazón de Los Prados, un sector que antes formaba parte de los exclusivos en el Distrito Nacional, la delincuencia impone sus reglas.
Ayer, Juan regresó a su casa sin cadena, sin cartera, sin el celular y, pálido del susto que también motivó a su perrito a escaparsele de las manos.
¿Qué le pasó a Juan? Oh, que un desgraciado de los tantos que se mantienen al asecho para "guisar" con el sudor del otro, lo encañonó; le quitó una cadena, la cartera y el celular.
El hombre que en este capítulo identifico como Juan, paseaba con la mascota de la familia, un perro que generalmente saca su hija a pasear cada día, no muy lejos de la residencia familiar, en Los Prados, próximo al Club.
No habían pasado diez minutos, tiempo más que suficiente para que el nuevo dueño del celular, la cartera y la cadena de Juan, escudado en un chaleco con gorro, acelerara su motor, perdiéndose en Los Praditos, cuando de refilón pasaron dos agentes motorizados, supuestamente cumpliendo con un plan que no garantiza la seguridad ciudadana.
Juan está vivo para contarlo y, los agentes ni se enteraron de lo que pudo haber terminado en una desgracia que alcanzara también al taxista que lo vio todo y que por temor no pudo hacer nada… "el tipo tenía una pistola"!
Digame usted, Señor Autoridad, si no es indignante que en medio de tantas cosas que afectan la salud mental, no podamos ni siquiera pasear al perro.