República Dominicana-Mientras Haití se sume cada día más en el caos, la inseguridad y la violencia, los haitianos residentes en este lado de la isla desarrollan con normalidad sus actividades cotidianas, sin que pareciera importarles la suerte que pudieran correr sus familiares y compatriotas que todavía permanecen en lo que podría llamarse tierra de nadie.
En medio del desorden y la insalubridad que caracterizan el espacio comercial denominado el Pequeño Haití, ubicado justamente detrás de la Mella, avenida que con su nombre honra al patricio, que con su trabucazo espantó a los invasores haitianos en 1844, desarrollan sus labores decenas extranjeros que, legales o ilegales viven en República Dominicana.
Pese a que los ojos del mundo están virados hacia la crisis política, social y económica que vive Haití, agudizada luego del asesinato de su presidente Jovenel Moise, los haitianos residentes en este lado de la isla parecen ignorar la situación o en definitiva no les interesa.
“Yo no sé nada de Haití no sé lo que está pasando, yo tengo nadie en Haití”, dijo un vendedor de frutas, mientras huía de las cámaras.
“Yo puedo decir que soy dominicano, porque tengo 20 años viviendo aquí, yo no sé nada de ese país”, expresó con marcado acento haitiano un José que dice llamarse José Rodríguez.
Mientras el presidente dominicano, busca en la Comunidad Internacional la solución al problema haitiano, los compatriotas de quienes el simple hecho de vivir en Haití los pone en peligro de muerte, se niegan incluso a tocar el tema.
Otros, que muestran un poco más de sensibilidad, atribuyen a los políticos y la clase adinerada de Haití, la ingobernabilidad de su país, piden la intervención de otras naciones. Aunque quisieran visitar a sus familiares y amigos del otro lado de la isla, prefieren mantenerse seguros en este país.
“Haití está así porque los políticos los ricos de allá quieren que esté así y a mí me duele mi país, porque hace mucho yo quiero a gozar y a pasarla bien con mi gente, pero así como está ahora no voy”, dijo John Sammy, ciudadano haitiano.
El clima de violencia que se ha intensificado en los últimos en Haití, donde las bandas criminales imponen el miedo, los ciudadanos pasan hambre y se escasea el combustible, parece no tener una solución cercana.