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  • Por: Cándido Mercédes
  • lunes 26 septiembre, 2022

La cuarta revolución y nuestro campo político

“… El espíritu emprendedor es, junto con el crecimiento, una de las condiciones menos comprendida de la economía. ¿Qué es? Según el economista austríaco Joseph Schumpeter, un emprendedor es una persona (o grupo de personas) que está dispuesta y es capaz de convertir una nueva idea o una invención en una innovación exitosa”.
(Marianna Mazzucato: El Estado emprendedor).


En el mundo nos hemos ido moviendo de un Estado nación a un Estado liberal para colocarnos en un Estado de bienestar, en crisis este último, para muchos de los países desarrollados. Muchos de los países de ALC no conocieron en toda su plenitud ni siquiera el Estado nación. Hoy, instalados en la certidumbre de la incertidumbre emergen nuevos paradigmas económicos y sociales con nuevas miradas políticas-institucionales.


Ya no nos encontramos en lo que pareció ser un simple maniqueísmo desbordado por la pasión: Democracia-libertad/ Control y orden, con la hegemonía del autoritarismo. Para una inmensa mayoría, de los 18 países evaluados por Latinobarómetro, el 48% no les importaba el tipo de sistema político prevaleciente, sino aquel que lo condujera al logro de sus necesidades fundamentales.


Los países del continente asiático, donde habita el 60% de la población mundial y existen 49 países, la tasa de homicidio ronda el 2.6% y en la mayoría de ellos prevalece el orden y control con hegemonía del autoritarismo. Actualmente, China con un nuevo paradigma, hasta ayer desconocido e improbable, conduce un capitalismo dirigido por un Estado con un solo partido.

Con 1,400 millones de seres humanos y hace solo 50 años con una franja de pobreza atroz, exhibe más de la mitad de su población de clase media, media alta y alta y ocupa un PIB mundial de 17.9% (el segundo en el mundo) y Estados Unidos representa un 25% del PIB mundial cuando en los años 60-70 tenía un PIB de un 60%. ¡Impensable, un partido comunista siendo la locomotora de un capitalismo de Estado!


En el 2005 el presidente de China para entonces Hu Jintao, en la inauguración de la Academia de liderazgo, expresó “Si queremos construir una China moderna y próspera para todos los chinos y desarrollar el socialismo como nosotros lo concebimos, es urgente que pongamos en marcha programas a gran escala para mejorar significativamente la calidad de nuestros líderes”. Una mirada perenne por la eficiencia del presente, enfatizando en lo que mejor funciona. En no solo porqué lo hacemos sino cómo, vale decir, en un auscultar y develar los desafíos de hoy con visión de futuro al mismo tiempo.


Cuando miramos las cifras de los países que tienen más personas inscritas en doctorados, en el continente americano solo aparecen 2: Estados Unidos y Canadá. Es ahí donde habita el verdadero soft power de una sociedad. En nuestra sociedad tenemos referencia en el mundo sobre el arte de gobernar, sobre como remasterizar una sociedad de mercado, empero, adolecemos de una elite política corpórea que sobredimensione con espíritu de cuerpo las particularidades e individualidades. Ni siquiera los actores políticos tienen una misión, visión y valores de cómo enfrentar el hoy y mañana. Hablan y escriben, no obstante, ni ellos mismos se escuchan. El campo político en la sociedad dominicana, a pesar de que hemos cambiado, parecerá que es el mismo juego. Tenemos una casta, una oligarquía política, cuyo comportamiento no refleja el vórtice económico-social y político en que se encuentran en la pirámide social.


El campo político es, todavía, el Leviatán. No hemos superado a Max Weber con su categoría de la burocracia. La meritocracia es solo una mirada para vislumbrar el alcance de nuestras decisiones. Somos una sociedad tan ataviada en el atraso sempiterno que adolecemos de una escuela de alta gerencia, de alta formación para el funcionariado al más alto nivel. Es más, nos encontramos con que una misma persona puede ser removida a tres puestos distintos sin que en ninguno se le reconozcan competencias. Verbigracia: Monchy Fadul fue Ministro de Trabajo, de Industria y Comercio y de Interior y Policía. Jaime David Fernández Mirabal, Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, de Deportes y Miembro de la Junta Monetaria. Carlos Amarante Baret: Ministro de Educación, de Interior y Policía y Director General de Migración.

Andrés Navarro, Arquitecto, fue Secretario del Ayuntamiento para luego ser Canciller y Ministro de Educación. Esa fue la constante, donde muy pocos eran expertos, especialistas, en las áreas en que se desempeñaban.


El despojo político es el juego costoso a la sociedad dominicana que evita una verdadera burocracia profesional en el Estado. Todo ello es posible porque hemos tenido una elite política en los últimos 26 años que se ha sobredimensionado a través del Estado. Por encima de la sociedad, que ha de ser razón de ser. Necesitamos de actores políticos imbuidos por los principios del bien común que desestructuren y resquebrajen la desjerarquización del Estado dominicano, altamente centralizado y donde las instituciones autónomas se consideran un verdadero y real feudo. Urge un Estado donde se mida la productividad, donde a través del know how el Estado pueda asumir los mejores sistemas de gestión. Debemos de luchar para que el Estado se convierta en un instrumento de civilización, en un empuje hacia más y mejor democracia, hacia la estrella que haga posible más inclusión y más incorporación de seres humanos al Siglo XXI.


El Estado no puede ser ni constituirse en el lastre que amenaza a la democracia que dice defender. ¡Ideas y pragmatismo han de combinarse para que la democracia fluya en su evolución y respuestas a la ciudadanía! Rupturar el déficit democrático que nos invalida como sociedad en el concierto del Siglo XXI en su tercera década. Ya a Platón en la República le preocupaba que las masas actuaran por la emoción en lugar de la razón, por sus propios intereses a corto plazo en lugar de ver a más largo plazo. Es el momento entonces, donde nos habla de la “teatrocracia” que derivaría la democracia, merced a como políticos profesionales engañan, mienten, manipulan y desinforman. Requerimos una gran transformación de la política que no se anide ni incube en la mudanza mutando, que al final no llega a ningún lado más que al mismo statu quo.


La cuarta revolución industrial abarca la robótica, inteligencia artificial, nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, Internet de las cosas, impresión 3D y vehículos autónomos. Es la gran revolución digital integrada. Es esa loable integración que posibilita las formas de hacer las cosas y las dimensiones y reflexiones del pensamiento. La reflexividad nos lleva a nuevas construcciones sociales para hacer posible nuevas formas de abordar las necesidades y las esperanzas.


Tenemos que abrigar el espacio de reinventar el Estado dominicano, de hacer que cada día los gobiernos que tengamos sean cada vez más legítimos. Como nos dicen Esther Duflo y Abhijit V. Banerjee en su libro Buena economía para tiempos difíciles: “…En general, en un mundo de desigualdades disparadas y en el que los ganadores se quedan con todo, las vidas de los pobres y los ricos divergen de una manera terrible y se volvieron irremediablemente distintas si dejamos que los mercados controlen todas las consecuencias sociales”.


En el campo político, el Estado dominicano deberá realizar un esfuerzo en lo institucional y social para armonizar en el concierto de la cuarta revolución. Es después de todo la simple obviedad de alcanzar no solo la fiabilidad sino el ente protagónico de toda acción y decisión: la legitimidad alcanzada más allá de la legalidad.

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