SANTO DOMINGO. RD. – Cuatro presidentes dominicanos salvaron sus vidas milagrosamente en peno ejercicio del poder en accidentes aéreos y ataques a balazos en diferentes circunstancias y escenarios.
Joaquín Balaguer y Antonio Guzmán resultaron ilesos tras accidentarse sus respectivos helicópteros, mientras que Leonel Fernández y Salvador Jorge Blanco, resultaron ilesos tras ser atacados a balazos en Haití y Perú, respectivamente.
En mayo de 1974 el entonces presidente Balaguer se accidentó en el helicóptero que regresaba a Santo Domingo desde Puerto Plata junto a jefes militares.
Al caer la tarde, en las proximidades de Villa Altagracia, y en medio de torrenciales aguaceros, los pilotos de la aeronave perdieron la visibilidad, y en la búsqueda de un espacio donde descender impactaron sobre una palma y se precipitaron a tierra.
Con el jefe del Estado viajaban el contralmirante Ramón Emilio Jiménez hijo, secretario de las Fuerzas Armadas; el mayor general Santos Mélido Marte Pichardo, y el jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, general Eligio Bisonó Jackson.
La aeronave resulto prácticamente destruida, pero todos sus ocupantes resultaron ilesos.
En 1979 el presidente Guzmán se dirigió al país en horas de la noche para informar que había salvado la vida milagrosamente, luego de un aterrizaje de emergencia del helicóptero en el que regresaba a la capital desde una actividad en la Línea Noroeste.
Los acompañaban el general Manuel Antonio Lachapelle Suero y el coronel Nabucodonosor Páez Piantini, jefe y subjefe, respectivamente, del Cuerpo de Ayudantes Militares. El piloto era el mayor Fausto Cruz Ramírez, FAD.
En 1985, Jorge Blanco asistió a la toma de posesión de la primera gestión del presidente Alan García, como parte de un periplo de una semana que incluyó, además, Argentina, Uruguay y Brasil.
Para esa fecha, Perú vivió una tensa situación debido a los ataques del movimiento guerrillero Sendero Luminoso, que incluso amenazó con boicotear la ceremonia de juramentación del nuevo gobernante.
Tanto así que el presidente saliente, Fernando Belaúnde Terry, movilizó una tropa de 35,000 policías, guardias civiles y soldados de las tres armas, como dispositivo de seguridad armado.
Alan García, con apenas 36 años de edad y también presidente de la triunfante Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), asumió el poder, pero la salida de los mandatarios asistentes se vio afectada por atentados terroristas y enfrentamientos en las áreas de las bases militares en que estaban estacionados todos los aviones de los presidentes extranjeros, incluyendo el del mandatario dominicano, un jet 727 de la Compañía Dominicana de Aviación, identificado como 001-FAD.
Sólo siete jefes de Estado -Belisario Betancur (Colombia), Nicolás Ardito, Nicolás Barleta (Panamá), Salvador Jorge Blanco (República Dominicana), Raúl Alfonsín (Argentina), Julio María Sanguinetti (Uruguay), Hernán Siles Zuazo (Bolivia) y Desi Bouterse (Surinam) estuvieron presentes en la transmisión de poderes.
Al día siguiente de la toma de posesión, la delegación dominicana fue trasladada al aeropuerto en horas de la mañana e ingresado al avión que supuestamente continuaría su periplo una hora más tarde, pero no fue si no hasta altas horas de la noche que pudo despegar en medio de un operativo militar en el que participó una brigada especial del comando de Cazadores del Ejército, de Constanza, encabezado por el coronel Rafael Rojas Canaán.
Por las ventanillas del avión se pudieron observar algunas escenas del operativo y las respuestas a tiros con armas largas y automáticas desde diferentes puntos del aeropuerto “Jorge Chávez”.
Durante una programada visita oficial a Haití en diciembre del 2005, el presidente Fernández se vio expuesto a una agresión y los riesgos contra su integridad física.
El mandatario visitó Puerto Príncipe en una gestión de solidaridad que tuvo su Gobierno con el vecino país, con ocasión de un proceso electoral. El propio mandatario reconoció como “grave” el atentado de que fue objeto ante representantes en el país del PNUD.
Fernández tuvo que abandonar por la parte trasera el Palacio Presidencial de Haití debido a las protestas anti dominicanas que se escenificaron en zonas adyacentes al lugar donde estaba el mandatario quisqueyano.
La comitiva dominicana fue emboscada por individuos armados que, apostados detrás de vehículos, dispararon con ametralladoras e incendiaron un carro para impedir el retorno a República Dominicana de la comitiva.
Con mucho temple y calma, Fernández pidió a su seguridad que no disparara, porque existía el riesgo de que ocurriera una masacre, una situación fuera de control que iba a generar una lamentable tragedia entre República Dominicana y Haití.
Pudieron salir del trance porque fuerzas de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) se colocaron delante de la caravana presidencial dominicana, ametralladoras en manos, y los escoltaron hasta la salida del territorio haitiano.
De regreso en el país el presidente Fernández dijo que había llevado a los haitianos solidaridad y respaldo moral para el proceso electoral.