Ojalá pudiéramos preservar el desarrollo turístico de la arrabalización. Los arrabales son los enclaves urbanos construidos sin permiso y sin respeto a las reglas de construcción del conjunto original, que pueden ubicarse en los extremos de las ciudades, pero también, pueden tornar los espacios internos de las demarcaciones en caóticas conjunciones de infraestructuras en desorden.
Todas nuestras ciudades, pequeñas y grandes, tienen sus arrabales; y así cómo se desarrollan grandes espacios poblados sin ninguna orientación urbanística, también el comportamiento general de quienes los ocupan, obedece a un patrón de conducta a la altura de su poca educación y cultura; las causas sociales y económicas de este fenómeno, no son nuestro objetivo hoy; podrían serlo en otra entrega.
Veamos el caso de Punta Cana: El desarrollo turístico de esta comunidad, se remonta a principios de los años 70s del siglo pasado; pero no sería hasta 1982 y 83, cuando una empresa francesa decide desarrollar un proyecto hotelero con alrededor de 350 cabañas turísticas; a esto se le denominó Club Mediterranee.
La comunidad urbana de mayor importancia para esa época en la provincia Altagracia, era Higüey. Quienes tuvimos la oportunidad de viajar por la vieja carretera que unía las pequeñas poblaciones de esta provincia, recordamos, comunidades como Otra Banda y Verón, cómo pequeños parajes sin gran densidad poblacional.
Llegar hasta la costa, al Club Mediterranee en 1983 era una tarea difícil, sólo las personas con obligaciones de trabajo y los turistas transportados por empleados de las facilidades de la zona, hacían el trayecto desde la Capital y las demás provincias adyacentes.
En ese momento, no se planificó el futuro deslumbrante de la hoy ciudad de Punta Cana. La arrabalización se ocupó de deslucir en poco tiempo, los esfuerzos económicos privados y gubernamentales que se han hecho en la provincia La Altagracia.
En realidad, Bávaro y Punta Cana constituyen por su proximidad el polo turístico de la provincia; el desorden de los arrabales ha permeado más la zona de Bávaro que la de Punta Cana; pero con un tránsito y una población en desorden en Bávaro y el foco de Verón, Punta Cana está allí arrinconada al mar, saboreando el dulce confort de los grandes hoteles y resort y la amargura de la miseria que le rodea.
El “picoteo” de los DIGESETT, antiguos AMET, como parte señera de la arrabalización, se salió de las áreas de Verón y Friusa, y ya llegó a la zona “Downtown Punta Cana”, el área de los grandes complejos comerciales.
Y así, comenzamos a pensar en el destino que le espera al polo turístico de Pedernales, donde aún solo hay esperanzas; ojalá, volvemos a repetir, planifiquemos y pensemos en el futuro.