La ingenuidad que acompaña el fanatismo electoral, llevó a pensar a muchos ciudadanos dominicanos que, con solo ejercer su derecho al voto en las elecciones del pasado 2020, resolverían de una vez por todas el problema de inseguridad y violencia delincuencial que venía en auge en la sociedad dominicana.
Esa esperanza fue alimentada con las ofertas de la campaña electoral; y el candidato del partido ganador de esa contienda había mantenido una promesa, desde su participación electoral del año 2016, de poner en marcha en República Dominicana el plan del reputado Dr. Rudolf W Louis Giuliani, un exitoso político norteamericano que logró aplacar la violencia delincuencial temporalmente en la ciudad de Nueva York.
Al arribar a la presidencia el Lic. Abinader olvidó el plan Giuliani; y no volvió a recordar que en el país había delincuencia e inseguridad, hasta que los niveles de estos flagelos golpearon drásticamente todos los estamentos de la Nación; entonces anunció una reforma policial con bombos y platillos.
Ahora veamos cómo ha afectado la reforma policial de Luis Abinader a la población dominicana: Cuando en las ciudades, los dominicanos ven acercarse una patrulla policial motorizada, se les altera el corazón y hasta que no pasan sin causarles daño, no se sienten tranquilos; cuando en los chequeos improvisados, la gente tiene que pasar y responder preguntas de los agentes, todos viven un momento de nerviosismo, esperando que no se desate un tiroteo que cobre la vida de alguien de los allí presentes.
Pero, ¿a qué se debe este comportamiento de miedo ciudadano, respecto a la institución que debe brindarle seguridad y confianza? Bueno se debe a todos los macabros incidentes protagonizados por policías en el marco de la llamada reforma policial de Abinader.
Para no tomar la importancia que le dio la prensa criolla al caso de los pastores evangélicos emboscados por la policía en Villa Altagracia, veamos como lo resalta la prensa internacional; la redacción BBC mundo, esto es la importante cadena londinense, 14 de abril del 2021: La muerte de una pareja de jóvenes evangélicos que desató una ola de indignación en República Dominicana; ese es el encabezado de la crónica.
Y así vemos como otros encabezados de diarios y cadenas de TV internacional, destacaron el hecho como una crueldad de niveles indescriptibles. Luego la rueda del crimen policial no ha parado en ningún momento.
La muerte de un coronel piloto de la Fuerza Aérea Dominicana, se quedó entre las brumas de las estadísticas y las susodichas comisiones de investigación en Mao, provincia Valverde; el pueblo no sabe porque una patrulla policial acribilló a este joven oficial en una ciudad pequeña, donde todo el mundo se conoce; pero, ayer allí en Mao fue tiroteada por otra patrulla policial la Dra. Silvia Peñaló, con mucha suerte, pues pudo salvar su vida.
A esta delincuencia policial, se suman varios asesinatos más a manos de la policía, como los jóvenes y profesionales Robinson Ramón Méndez en Azua, el abogado Ramón Alexy Castillo en San José de Ocoa, así como la muerte a mansalva de la arquitecta embarazada Leslie Rosado, muerta de un balazo por un policía frente a su hija adolescente, sin que mediara ninguna situación de inseguridad del agente policial; y no podemos olvidar el horrible crimen de un niño en la ciudad de Santiago, donde un policía no pudo soportar la tentación de disparar a ese inofensivo blanco perfecto.
Recientemente, frente al repunte de los robos y asaltos agravados, el gobierno decidió dar rienda suelta a la política del gatillo alegre, que no era que no estaba siendo utilizada contra los delincuentes, pero en menor cuantía que contra los ciudadanos inocentes; y en unas pocas semanas, los diarios se podían exprimir y botaban sangre.
A toda ésta macabra situación, hay que sumar las muertes de ciudadanos reducidos por arrestos y muertos o incapacitados por las golpizas policiales en los cuarteles, luego de ser encerrados.
La reforma policial y la lucha contra la delincuencia de Luis Abinader ha fracasado; y en los anales de las actas de las reuniones y conferencias, los dominicanos solo pueden encontrar la grandilocuencia de los discursos, y los hechos incoherentes de sus protagonistas; grandes gastos y salarios para asesores extranjeros que, no pueden conocer una realidad dominicana que, solo han visto a través de la prensa.
En las políticas públicas de seguridad y control de la inflación, Abinader no ha sabido que hacer; el cambio prometido ha sido una reversa que está desesperando a las masas populares. Y ante está situación, solo podemos decir: ¡paciencia pueblo, que faltan pocos meses para dejar esta pesadilla!.