Cuando en agosto de 1996, el Dr. Leonel Fernández se juramentó por
primera vez presidente de la República, eligió entre sus funcionarios
una variada representación de la sociedad dominicana; a pesar de que
el Partido de la Liberación Dominicana, que lo había llevado en su
boleta ganadora, contaba con un extenso grupo de profesionales
pequeños burgueses que, habían sido su base construcción y
crecimiento.
Sin embargo, para una posición tan delicada como Procurador Fiscal del
Distrito Nacional, el presidente Fernández no tomó en cuenta ninguno
de los duchos doctores en leyes qué militaban o eran amigos públicos
del Partido, sino que decidió nombrar al Dr. Guillermo Moreno, a quién
muy pocos conocían dentro de las filas de esa organización política.
Muchas de las personas qué, cargamos la inmensa tarea de la fundación
y desarrollo de las estructuras políticas de ese partido nos
sorprendimos, pero en esa época la disciplina interna era cuestión
sagrada, cuestionar una decisión del flamante recién electo
mandatario, hubiera sido una insensatez y todos los sorprendidos
optamos por aquello de que “es mejor caer en gracia, que ser
gracioso”.
El Dr. Moreno, como todo dominicano tiene derecho a ocupar una
posición pública; así como el presidente Fernández actuando de
conformidad con la Constitución y las leyes de la República
Dominicana, tenía la facultad para designarlo. Nuestros razonamientos
no son objeciones personales; nuestros juicios son estrictamente sobre
las actuaciones de las personas públicas que desempeñan, o han
desempeñado una función pública.
En el año que duró la función del Dr. Moreno como Fiscal del Distrito,
con todos los problemas legales que, envuelven una extensa área como
la que ocupaba la responsabilidad de su incumbencia, él decidió
centrar la atención, esfuerzo y recursos del Estado, en un hecho que
si bien merecía aclaración no era menos importante que otros recién
acaecidos.
El periodista Orlando Martínez había sido asesinado el 17 de marzo de
1975, 21 años antes de que el Dr. Moreno asumiera el cargo de fiscal;
el intelectual y catedrático universitario Narciso González
(Narcisazo) había desaparecido en la crisis electoral de 1994, apenas
2 años antes de nuestro incumbente ser designado; sin embargo, el caso
de Orlando Martínez fue más interesante para nuestro fiscal que la
recién desaparición de Narcisazo.
Ahora bien, como el asesinato de Orlando Martínez, en la década de
1970 y más atrás, habían ocurrido crímenes monstruosos que,
soliviantaron el ánimo nacional; como fueron aquellos del periodista
Gregorio García Castro, en marzo de 1973; la muerte del Ing. Amín Abel
Hasbún, el 24 de septiembre de 1970, y el dirigente izquierdista Otto
Morales, asesinado en julio de ese mismo año; además, de las decenas
de muertes de humildes dominicanos que iba dejando a su paso la “Banda
Colorá”.
La lucha desenfocada de la izquierda dominicana a final de la década
de 1960 y principios de la de 1970, brindó a sus adversarios políticos
la oportunidad para la eliminación física de sus mejores dirigentes;
los tentáculos del poder imperial, alcanzaron a los izquierdistas en
diferentes lugares del mundo; es así como Maximiliano Gómez (El
Moreno) es asesinado en Bruselas, la capital de Bélgica, y menos de un
año más tarde Miriam Pinedo, viuda de Otto Morales, es descuartizada y
repartida en pedazos en diferentes lugares de esa ciudad europea.
A todo esto, el único crimen que despierta el interés del Dr.
Guillermo Moreno es el de Orlando Martínez. A nuestra humilde opinión
¿Qué despierta este interés? Creemos que el Dr. Moreno no tenía ningún
deseo de perseguir justicia, ni hacer de la institución que se le
había confiado un despacho al servicio de la sociedad dominicana en el
orden judicial.
La conveniencia del caso en cuestión, para el Dr. Moreno era netamente
política; usó el asesinato del periodista Orlando Martínez como
trampolín político, porque este le conducía a “la página en blanco de
Memorias de un cortesano en la era de Trujillo” del Dr. Joaquín
Balaguer; el expresidente que durante 22 años condujo los destinos de
la República Dominicana.
Lo que la ambición política del Dr. Moreno no le dejó ver, fue que
ese, a quién él quería humillar y judicializar, era el responsable de
que él fuera Fiscal del Distrito, y quién le había designado en el
cargo, fuera presidente de la República, o sea el Dr. Leonel
Fernández.
El presidente Leonel Fernández actuó oportunamente y no permitió que
su subalterno tratara de humillar al expresidente Balaguer que le
había brindado su apoyo para convertirlo en el primer mandatario más
joven llegado a esa posición en el país hasta el momento.
El Dr. Guillermo Moreno es un político que, solo mueve la aguja de las
encuestas de simpatía un pobre 0.01 %, porque aquellos a quienes
enfrentó, aun pesan en contra de su sin razón como el lastre
inquebrantable de su pasado.