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  • Por: La Redacción
  • jueves 28 septiembre, 2023

Cancha móvil en escuela "aplastó" los sueños de José Alonso, un niño de 7 años apasionado del baloncesto

El abuelo del menor David Bidó expresó que eso es negligencia escolar, los niños no pueden estar solos, dónde están las autoridades y profesores.

República Dominicana.-El niño José Alonso Brito Troncoso era el orgullo de su familia. A sus 7 años cursaba el segundo grado y, sin quizás incluir, entre los sueños de niños, que de grande le gustaría ser médico, ya le inyectaba la insulina a su abuelo David Bidó.

Lo que sí dejaba claro José Alonso es que le apasionaba el baloncesto, lo que manifestaba en tiempo de recreo en la cancha del Centro Educativo Inmaculada Fe y Alegría, en el kilómetro 11 de Las América, en el municipio Santo Domingo Este. 

Pero, la vida tiene sus malas jugadas. La pasión que por el baloncesto sentía el niño, quedó tronchada, junto a sus grandes sueños, bajo el peso de la cancha móvil en la que practicaba.

“Ni era deporte, ni estaba en recreo. ¿Qué buscaba ese niño de siete años sólo en una cancha? Ni era hora de almuerzo, ¿dónde estaban sus maestros?”, se preguntaba entre llantos Deyanira Batista, abuela del menor.

El menor vivía en Barrio Nuevo, en el sector Los Frailes, junto a sus parientes, que no han encontrado consuelo en palabras de aliento y manifestación de solidad.

“Mi hijo era mi orgullo; mi ejemplo”, se escuchaba decir a un padre que presumía a su hijo José Alonso.

En el ambiente de consternación sobresale el pedido a las autoridades, para que investiguen el hecho que atribuyen a negligencia en el centro escolar.

“Perdí a mi hijo (…) perdí todo lo que yo le pedí a Dios, porque Alonso era un ejemplo de que cuando tú le pides a Dios, Dios te premia. Alonso era un niño educado, inteligente, amoroso con toda su familia…un niño sobresaliente, incluso el año pasado fue meritorio en ese mismo colegio. Nosotros lo que le pedimos a las autoridades es que hagan las investigaciones de lugar, para que esto no se quede como un caso más de negligencia; de que pasen las cosas y nadie hace nada”.

Para el abuelo del menor, “mi niño era mi vida; mi niño me atendía bien. Yo soy diabético y ya el me inyectaba a mí a esa edad…para que tú veas la inteligencia. Ese niño era la adoración de las dos familias”.

Esta familia perdió a su ángel…a su orgullo…a su adoración. Perdió quizás a un prominente médico o a un gran baloncestista. Sin embargo, entre su dolor por una pérdida literalmente irreparable, presionan el botón de alerta para que más niños en "Los Pollitos" o en otros centros de estudios, no pierdan la vida.

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