Haití, durante más de dos siglos, ha lidiado con dificultades persistentes que han impactado en la calidad de vida de sus ciudadanos. La pobreza, la exclusión social y la falta de desarrollo institucional han sido una sombra constante a través de su historia.
Es evidente que la opulencia económica de la elite haitiana, contrasta profundamente con la pobreza y exclusión social que enfrenta la mayoría de la población. Mientras algunos pocos disfrutan de riquezas y privilegios, la mayoría de los haitianos luchan por sobrevivir día a día.
Esta disparidad económica, es una clara ofensa a la dignidad de esa población y refleja también la necesidad de abordar urgentemente, ese sistema injusto y excluyente.
El bienestar del pueblo haitiano, no es sólo responsabilidad de las demás naciones, sino también de su élite, que se mantiene indiferente y en su burbuja.
La falta de oportunidades y la pobreza extrema, han llevado a muchos haitianos a buscar mejores condiciones de vida en la República Dominicana.
Causas que provocan la migración ilegal hacia República Dominicana. Migración que tampoco puede seguir siendo ignorada y utilizada con la excusa de “la mano de obra barata”. Ya es tiempo de que los dominicanos empiecen a preguntarse ¿Barata para quién?.
La relación entre Haití y la República Dominicana ha sido, durante muchos años, objeto de conversaciones, debate y confrontaciones, hasta ahora se han mantenido dentro del marco de la diplomacia y ojalá que nunca salga de ese lindero como ya ocurrió en el pasado.
Mientras el pueblo haitiano ha enfrentado la pobreza, la exclusión social y el caos político, la República Dominicana, ha buscado su propio camino, aunque también enfrentando sus propios desafíos, con la diferencia de que tanto su clase política y empresarial, han apostado siempre a su país.
Otro gran desafío compartido por ambas naciones, es la deforestación y la escasez de agua. Haití ha sufrido una deforestación constante e inmisericorde, lo cual ha llevado a su territorio a enfrentar la escasez de un recurso tan vital como lo es el agua.
Sin embargo, es alarmante que hasta ahora, no hayan surgido propuestas concretas desde Haití, o de organismos internacionales para abordar este problema, sembrando bosques y colaborando con la conservación de sus recursos.
La relación entre Haití y la República Dominicana, no puede ser solo una conversación de conveniencia política.
Ambos países enfrentan desafíos significativos que requieren una respuesta conjunta y colaborativa.
El momento de la definición ha llegado; ambas naciones deben actuar con decisión y responsabilidad, el futuro de las dos depende de la colaboración y la superación de los desafíos comunes y por supuesto del compromiso social de su élite social y económica.
Pero para esto se necesita que se logre la estabilidad política y social en la parte oeste de la Hispaniola, para que la perla del Caribe, pueda mantenerse permanentemente próspera y brillante.