En la historia dominicana, la Constitución casi nunca ha pasado de ser un traje hecho a la medida de los gobernantes de turno. En el siglo 20, la Carta Magna estuvo sometida a dictaduras, intervenciones militares extranjeras y golpes de fuerza.
De hecho, se produjeron dos intervenciones militares norteamericanas, etapa de revoluciones de mosquetones, fue lo sangriento de las dictaduras regionales de principios de siglo, y de los generales de uniformes de tela de Macario. En medio de la vorágine no se puede hablar de respeto constitucional.
Luego, se vivieron 50 años entre la dictadura de Trujillo y los gobiernos del doctor Joaquín Balaguer, donde la constitución no pasó de ser un simple pedazo de papel. Los hombres de mano fuerte la utilizaron a sus caprichos y necesidades.
Para hablar de la Constitución, hay que comenzar a ponerle las columnas de la fuerza institucional y de la dignidad. Los gobernantes deben respetarla, y para los ciudadanos, es la ley que norma la vida en civilidad.
Los caprichos reeleccionistas de los políticos mandó al cieno a la Constitución en el siglo XX y principios del actual. Fue modificada por simples caprichos y apetencias personales. Era como ir a una tienda de tejidos, hablar con el sastre preferido y pedirle que hiciera un traje a la medida.
A lo largo de nuestra historia, los dominicanos hemos conocido los resultados de las violaciones de las normas constitucionales. Los golpes de Estado llevaron a dictaduras sangrientas, a revoluciones, y a conflictos donde murieron cientos de personas.
El hecho más trágico para las generaciones recientes es el golpe de Estado al gobierno del profesor Juan Bosch. La respuesta popular a la violación de las libertades fue la conspiración cívico-militar que concluyó con la revolución de abril del 1965.
A pesar de los tropezones históricos, el país va mostrando madurez hoy sobre la importancia de una Constitución fuerte y firme, sin que a nadie se le ocurra el atrevemiento de considerarla un simple pedazo de papel.
Hoy, los dominicanos reclaman respeto para la Constitución, Llevarla al sitial que le corresponde y se que sea respetada por todos. Los que mandan tienen la obligación de actuar según cada uno de sus artículos. La violación a las normas constitucionales, sería caer en la ilegalidad y llevar al país al precipicio. ¡Ay!, se me acabó la tinta.