Lo primero que le espera a este país, con muchas pruebas y sin ninguna duda, es más improvisación. Un gobierno que inició su gestión, modificando el reglamento legal del INAPA que, establecía que su dirección ejecutiva debía recaer en un profesional de la ingeniería hidráulica o civil, adecuó el mismo para que la posición pudiera ser ocupada por un abogado de la élite gubernamental.
Así comenzó el descalabro institucional del país; con las tantas improvisaciones se degradaron todos los servicios que, hasta ese momento habían funcionado con regularidad; expedición de pasaportes, el 911, y los servicios de salud, unos por incapacidad y otros como el tránsito urbano y los semáforos, para producir escandalosas licitaciones a favor de sus funcionarios.
El servicio del Metro de Santo Domingo y la OMSA; el primero se está cayendo a pedazos y la segunda, la están descuartizando para favorecer a unos grupos empresariales voraces que, nunca le ha interesado el bienestar de la población dominicana.
Este gobierno recibió el servicio energético, con una sobre producción de energía; la entrada de las centrales de Punta Catalina había puesto en el sistema la suficiente energía, como para que los apagones fueran un oscuro recuerdo; pero, llegaron ellos… comenzaron hacer cálculos sobre las comisiones y beneficios personales, y retrasaron tanto la compra del carbón combustible que, los primeros apagones se produjeron por falta de generación.
Hoy el sistema energético es un tollo, como todo lo que ha caído en las manos del presidente Abinader. Lo grave es que se comenta que el deterioro a que están siendo sometidas las instituciones del sistema eléctrico, tiene como finalidad, degradarlo de manera tal, que cuando ellos tomen la decisión de subastarlo al sector privado, no tenga ningún valor apreciable.
Ese es uno de los sueños macabros de una posible reelección de Abinader. Dañar lo que está bueno, es una vocación de esta élite gobernante; si se busca la historia de los desastres naturales que han afectado el país notaremos que, en los últimos 30 años, hemos tenido diferentes zonas afectadas y que sus habitantes recuerdan con dolor y miedo.
Entre noviembre del 2022 y el pasado noviembre del 23, el gobierno del PRM sumó más de 50 muertes en dos eventos naturales que no tenían la categoría de tormentas tropicales; pero que la falta de previsión y la incapacidad, convirtieron en mortíferos cocteles para la desprotegida población dominicana.
Desde el 22 de septiembre de 1998, fecha en que el país fue azotado por el huracán George, en la zona del llamado “derrumbao” en la carretera de Barahona a Enriquillo, no se habían producido deslizamientos de tierra; en esa ocasión solo se resbalaron dos grandes peñones que, los conductores tenían que rodear para pasar por el lugar, hasta que fueron removidos de la vía.
Allí, los aluviones no se vinieron abajo, porque en el último mandato del Dr. Balaguer, el período de los 10 años, se había construido un encache de contención en la parte alta de la montaña; ahora de repente, llegaron los sabios, y sin estudios geológicos, ni proyectos de ingeniería que puedan exhibir, decidieron remover todo eso causando desastres de consecuencias imprevisibles.
Y sí no es así, que muestren todas las cubicaciones de movimientos de material de este pedacito de carretera. En esta obra inconclusa, ya tenemos dos inauguraciones de un presidente en campaña por una reelección presidencial.
El país, no puede aguantar más improvisación, y más medidas encaminadas a destruir sus sistemas productivos; ¡Luis Abinader y su élite deben salir del poder!