El votar es un deber ciudadano. Es obligatorio, pero no hay penalidades. Es el único instante en que todos tienen la misma importancia. El desarrapado tiene un voto que vale lo mismo que el del empresario más poderoso.
La Junta Central Electoral tiene sobre sus hombros poder conducir un proceso electoral municipal por buen camino. El momento más peligroso es cuando se llega a las últimas 48 horas. La propaganda debe cesar desde las 12 de la media noche del jueves. Es una ley del silencio partidista, donde se deja a cada ciudadano para que actúe de acuerdo con su conciencia.
El país observa difícil el bipartidismo. Hay dos opciones electorales, para las municipales. El Partido Revolucionario Moderno y la coalición de los partidos de la Liberación Dominicana, Revolucionario Dominicano y Fuerza del Pueblo.
Las presidenciales serán diferentes. No se vislumbra alianzas en la primera vuelta, salvo la de los partidos emergentes que ya están alineados. Para las municipales habrá que tensar la cuerda, para saber el rumbo que se seguirá para las presidenciales.
El proceso electoral municipal es sumamente difícil. Se trata de votar y contar en cada municipio. Una tarea donde la JCE se pondrá a prueba. La votación será de siete de la mañana a cinco de la tarde.
La JCE debe garantizar que todos los encargados de mesas de votación estén en su puesto de trabajo antes de las siete de la mañana. Al mismo tiempo debe estar claro que va a pasar a las cinco. ¿Se permitirá votar a todos los que estén en el área del colegio electoral?. Importante saber si se extenderá el plazo.
Lo ideal es que los trabajos se lleven a cabo en el tiempo oficialmente programado. A las cinco de la tarde todo debe estar concluido. La noche siempre ha sido originadora de dolores de cabeza en las elecciones dominicanas.
Algo de suma importancia es seguir la línea de la abstención. De acuerdo a los cálculos oficiales tendrán derecho a votar 8 millones 105 mil 151 dominicanos. El único requisito es ir con su cédula de identificación. La tendencia en los últimos años es de un aumento en la abstención electoral.
La campaña llega a su fin. El músculo no descansa. Solo espera los resultados para gritar triunfo, o para reconocer que se deben llenar los huecos de una campaña que no dio resultados. Es una posta, la gran meta vendrá con las presidenciales. ¡Ay!, se me acabó la tinta.