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  • Por: Máximo Sánchez
  • sábado 09 marzo, 2024

Considerando dos propuestas de reelección

Nayid Bukele actual presidente reelecto de la República del Salvador, nació el 24 julio de 1981, en el marco de una guerra civil y ascendió a la presidencia el día 1ro. de julio de 2019, luego de ganar las elecciones generales de su país, encabezando una coalición de movimientos políticos.

El presidente Bukele, había militado en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, y había dirigido por 12 años una empresa publicitaria que, se encargaba de la proyección de imagen del frente guerrillero ya convertido en partido político luego de los acuerdos de paz de Chapultepec en 1992.

Bukele fue elegido alcalde en dos de los municipios más importantes del país, el último fue la ciudad capital, San Salvador; en el 2017 y ejerciendo todavía como alcalde de la capital salvadoreña, es expulsado del Frente Farabundo Martí y crea el movimiento político Nuevas Ideas, con el cual se proponía participar en las elecciones presidenciales que se aproximaban.

Ante la cadena de obstáculos presentados por el Tribunal Electoral Supremo a su candidatura, presentada por diferentes organizaciones de centro izquierda, decidió participar como candidato de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) de centro derecha; y es así como en julio del 2019 se convierte en el primer presidente de esta Nación, elegido fuera de las estructuras de las organizaciones políticas tradicionales.

A ese país salvadoreño que, la guerra civil había arrebatado 75 mil vidas, con más de 25 mil personas desaparecidas y con cientos de miles de mutilados, física o psicológicamente, el candidato Nayid Bukele le ofertó la paz social que nunca había recuperado tras la conflagración civil, además de recuperar la confianza en el futuro económico del país.

El pandillerismo, herencia de los enfrentamientos armados, se había enseñoreado en El Salvador con el sometimiento violento de la sociedad salvadoreña y una amplia diversidad de negocios criminales. Bukele prometió acabar con eso, y las crónicas de los diarios, más las expresiones del pueblo, reflejan que existe una nueva realidad y un nuevo amanecer salvadoreño, se acabaron las pandillas.

Nayid Bukele acaba de ser reelecto por cumplir con sus promesas de campaña en su primer periodo, no por sembrar más sueños en el terreno casi inhóspito en que vivía su pueblo; la respuesta de su pueblo complacido a su propuesta de reelección fue plebiscitaria, eligiéndolo con un 84.65% de los votos válidos a su favor; 2 millones 701 mil 725 votantes reeligieron a Bukele para seguir al frente del “Pulgarcito de América”.

Luis Rodolfo Abinader es el actual presidente de la República Dominicana, heredero político del populismo liberal encabezado, primero por el PRD y sus satélites de izquierda y ahora por su copia el PRM; la historia de este sector es larga, pero sin brillos ni logros para la Nación.

Aprobar la propuesta de reelección de Abinader, sería una contradicción, un gazapo histórico, reelegir a un presidente que, para las elecciones de mayo de 2016 había ofrecido un plan contra la violencia y la delincuencia, con la asesoría del ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, y que al final de su primer gobierno hoy en el 2024, la delincuencia y la inseguridad triplican los niveles que dieron origen a su propuesta.

Sería una incongruencia, reelegir a un presidente que ha llevado la canasta alimenticia a niveles inalcanzables para las masas empobrecidas de nuestro país; sería una insensatez, reelegir a un presidente, que ha secuestrado el derecho del dominicano de construir una vivienda, elevando los precios de los materiales de construcción a las nubes.

Sería un salto al vacío, reelegir a un presidente que ha anulado los avances institucionales del país, que ha puesto las instituciones al servicio de las importaciones indiscriminadas, en desmedro de la producción nacional; hoy, los servicios públicos aplaudidos durante los años pasados, han pasado a ser almacenes de empleados injustificados, las llamadas botellas.

Solo el clientelismo publicitario, y las prebendas individuales inmerecidas, pueden justificar un voto a favor de la reelección del presidente Abinader; el detrimento de las condiciones de vida del pueblo dominicano, la retahíla de promesas incumplidas y los desmanes de corrupción justificadas como hechos aislados por doña Milagros Ortiz Bosch, no justifican un voto por el Presidente.

Si el pueblo salvadoreño se sintió complacido y altamente satisfecho con el gobierno de Nayid Bukele, hasta ratificarle de manera plebiscitaria, el pueblo dominicano no está en esas condiciones; y ese dominicano, heredero de las fibras de grandes figuras históricas, debe rechazar el chantaje y la burla del gobierno irresponsable que conduce su destino.

En mayo próximo, quedarse en casa y abstenerse sería apoyar los altos precios de la canasta alimenticia, sería entregar sin pelear el país a políticas de estado que enajenan el patrimonio a favor de un empresariado depredador; el pueblo dominicano debe decir no a la desidia electoral inducida por el gobierno.
Dominicanos, mayo es nuestra oportunidad para decidir nuestro destino, sin duda alguna, en mayo próximo ¡o nos levantamos o nos hundimos!

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