La abstención electoral dominicana sigue presente en el calor popular con referencia a las venideras elecciones. Ningún partido tiene la militancia suficiente para ganar unas elecciones. El voto mayoritario lo da el hombre y la mujer de la calle que emite sus simpatías.
El indiferente de hoy debe ser convidado a votar por cualquiera de los partidos participantes en los comicios. En su gran mayoría no le interesa ni gobierno ni oposición. Vive de sus limitaciones o recursos propios.
La abstención en las elecciones municipales no ha sido tratada a fondo por ninguno de los partidos políticos, más bien le han dado un trámite de politiquería barata. Una parte considerable y casi total de los que no votaron están hastiados de los grupos partidistas, y esa fue su forma de demostrar su descontento.
El hombre o la mujer de a pie calla sus dolores, y el momento en que emite sus simpatías o descontentos son los segundos en que tarde en echar su voto en las urnas. La visión dominicana es que hay una tendencia a quedarse en casa y no votar por nadie.
Se piensa de forma obtusa que toda la vida nacional gira en torno a la politiquería y eso es falso. La dinámica de la vida diaria no entra al partidismo, y más bien le es indiferente. En los grupos de primeros votantes de lo que menos se habla es de elecciones y partidos.
Hay que revisar la forma de hacer actividades partidistas, porque esa espiral con tufo de antigüedad y métodos carcomidos por el tiempo, es lo que aleja a los votantes. Se quieren cambios, pero no el cambio para estar igual, y evitar las verdaderas transformaciones.
Los partidos tienen que revisar conductas y normas de trabajo. La juventud de los partidos recibe la sangre y la inspiración de personalidades que ya deberían estar retiradas. Hay métodos de lucha que se deben tirar al zafacón, y escribir nuevas cartillas.
Los partidos políticos tienen que ser renovados, es la única forma de mantener viva la democracia. Una sociedad se organiza y busca reivindicaciones por intermedio de los partidos. Sus líderes deben dar el ejemplo.
Sin ideologías, el sistema tiene que ser fortalecido. Necesita muletas. Camina a tropezones, en ocasiones sin rumbo ni metas. La institucionalidad es frágil cuando no existe gobierno y oposición. La abstención fue una alerta que debe ser escuchada por la clase partidista. !Ay!, se me acabó la tinta.