Cada elección municipal se verifica la debilidad que acontece en nuestras alcaldías, las cuales sólo sirven la mayoría por no decir todas para mantener nóminas de empleados llamados botellas que cobran pero que no hacen ninguna labor ejecutiva.
Cada vez con menos funciones nuestros municipios sólo recogen los desperdicios sólidos, servicio que por cierto no es cobrado a la mayoría de los ciudadanos que no valoran este servicio público, manteniendo un nivel de mala educación enorme a la hora de poner la basura a disposición de los recogedores.
Las alcaldías y comúnmente cuando un síndico pierde las elecciones permiten que sus municipios se llenen de desperdicios como si fuera una maldad a sus pobladores.
Síndicos mal humorados que se ponen en contra de sus munícipes cuando pierden una elección, elementos que promueven invasiones de terrenos de manera delincuencial sin que el gobierno intervenga para prevenir tal actividad ilegal, en fin menosprecio a su partido político el cual resulta dañado ante tales situaciones.
Como la actividad política está tan degenerada actualmente, los partidos políticos aunque van a elecciones presidenciales permiten que sus alcaldes hagan lo que les da la gana.
En todo esto sale perjudicada la ciudadanía que recoge enfermedades de todo tipo, aunque con el voto vayan y validen a sus verdugos en cada elección, en este caso las presidenciales.
Mi sugerencia es que cada candidato presidencial se reúna con sus alcaldías perdedores y ganadores para que sientan cabeza y entiendan que perder o ganar no los invalida para trabajar.
Principalmente los perdedores deben poner acento a las situaciones de sus municipios y atender sus responsabilidades.
En algún momento la población debe tomar nota de este tipo de comportamiento de los ejecutivos municipales que cuando pierden se olvidan de sus responsabilidad edilicias dejando al abandono todas sus funciones haciendo un daño grandísimo a sus ciudadanos y a los votantes.