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  • Por: Máximo Sánchez
  • sábado 13 abril, 2024

La narco política y la política del narco

En el año de 1976, escuchamos por primera vez la expresión “drogas narcóticas”, en una charla educativa impartida por un oficial de policía en el Auditorio Menor del Instituto Politécnico Loyola en la ciudad de San Cristóbal. Nuestros conocimientos sobre la historia de la humanidad no eran tan vastos, como para conocer eventos internacionales relacionados con narcóticos.

Por ejemplo, hoy sabemos que Francia y Gran Bretaña fueron aliados para enfrentar a la China de la dinastía Qing, en las guerras del opio, originadas por un desbalance comercial que ponía en desventaja a occidente con respecto a China. ¿Cuáles eran los productos de intercambio que originaron aquel desbalance comercial entre territorios tan alejados?

Aunque usted no lo crea, entre los años de 1833 y 1858, los productos de intercambio que primaban entre el mercado europeo y el asiático, eran té y opio. El té se instauró en las mesas europeas, y específicamente en las inglesas, como un producto de primera necesidad; y el opio fue introducido en los mercados asiáticos, principalmente con propósitos medicinales.

Con el correr del tiempo, los ingleses descubrieron que, si explotaban la debilidad de los asiáticos por los opioides, básicamente la heroína, tenían una ascendencia de dominio político en las clases gobernantes chinas; fue así como en las principales ciudades chinas, además de los múltiples centros de juegos, surgieron las salas de opio.

Representantes de las clases sociales más altas chinas, acudían a las salas de opio, buscando distracción en aquel mundo disruptivo; pero, los gobernantes chinos distinguieron a tiempo la táctica inglesa y decidieron limitar la entrada de opio a sus territorios; eso provocó el desbalance comercial que condujo a las guerras del opio.

Introducimos esta reseña, para llamar la atención de que el tráfico de drogas como negocio, fue primero una cuestión de Estado, y que luego, aunque siguió siendo así, permeó las fibras más íntimas de todas las sociedades.

Y esto se explica, porque un negocio que mueve en los mercados mundiales, las voluminosas cantidades de US$ 1.6 a 2.2 billones de dólares al año, tiene el suficiente poder para seducir las débiles convicciones de sociedades, cuyos valores están anclados en poder de adquisición individual ¡soy más importante, mientras más tengo, sin importar su procedencia! Así razona la mayoría de nuestros ciudadanos hoy.

Entonces no es extraño que, en los países del tercer mundo, con escaso desarrollo y con instituciones dóciles y débiles, aunque se practiquen y se prediquen pretensiones democráticas, los capitales del narcotráfico impongan sus reglas, para elegir desde los regidores municipales hasta el presidente de la república.

A una gran parte de nuestros ciudadanos, no le sonroja ver a su presidente fotografiado con los capos connotados del crimen organizado; esto sucede, porque el crimen organizado tiene mentes maestras que dirigen campañas publicitarias para colonizar los razonamientos sociales.

Así como el narcotráfico necesita una red de distribución, para sus sustancias criminales, así también necesita de intelectuales que estudien y copen las ideas y los razonamientos de las sociedades donde se mercadean sus productos.

Y es de esta manera, como desde mediados de los años 80s del siglo pasado, sociedades como la dominicana, devinieron a tener muy discretamente, un entramado de narco mercadólogos, narco periodistas, narco alcaldes, narco legisladores, y ¡cuidado! Creemos que ya muchos apuestan por un narco presidente.

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