El Dr. Franklin Almeyda Rancier se acaba de marchar; su vida, su obra terrenal ha concluido. Ahora, le recordaremos por su legado, por su trato amable, por sus anécdotas, por su sonrisa franca, y por su lucha frontal por sus creencias y principios.
Doctor en leyes, pero educador en esencia como don Juan Bosch, su ejemplo, su maestro; amante del orden, la disciplina y la ética como valores fundamentales de la convivencia humana.
La defensa a sus creencias y principios lo lanzaron con arrojo en polémicas batallas, tal como pasó con el Maestro Bosch; por eso, son puntuales y precisas las palabras de su amigo y compañero, el presidente Leonel Fernández, cuando dice: “Hemos perdido a un hombre de dignidad, honor y vergüenza”.
Quienes tuvimos el privilegio de compartir alguna vez con el Dr. Almeyda, podemos testificar su humildad y su humanidad; recordamos que, luego de la crisis electoral de 1978, Franklin junto a otros dirigentes, no compartieron la postura política del profesor Bosch y abandonaron al joven PLD.
Luego, antes de las elecciones de 1982, el Dr. Almeyda Rancier y otros dirigentes, hicieron uso del método autocrítico y retornaron a las filas del Partido; pero, contrario a otros que condicionaron su regreso, Franklin volvió por un comité de base al Comité Intermedio Gregorio Urbano Gilbert; allí le conocimos, en plena calle, en la vorágine de la campaña electoral de 1982, como un militante más.
Franklin Almeyda Rancier se ha marchado en primavera, nos deja su legado, y se nos va, encendiendo muchas lágrimas, el brillo de las flores y los amorosos recuerdos de sus seres amados.