Se repite la historia infinita de ilusiones con nuevas carreteras
Se prometen maravillas, un flujo de tráfico que en la realidad como mucho alcanza la mitad de lo proyectado.
Se quiere vender la idea de que los inversionistas privados están interesados en desarrollar el invertir en la carretera.
Una carretera solo es atractiva para el sector privado, si existe peaje sombra que garantice el retorno de la inversión y las ganancias esperadas.
En otra palabra, lo de siempre, el privado no arriesga, el Estado garantiza todo, privatizando las ganancias y estatizando las perdidas.
Cualquier parecido con la cacareada Autopista El Ámbar es pura coincidencia y casualidad.
Nada ocurre al azar. No existe almuerzo gratis.