El presidente del Gobierno España, Pedro Sánchez, deshoja la margarita sobre su continuidad, una decisión que en medio de una gran expectación y con todas las opciones abiertas comunicará este lunes presionado por la ola de solidaridad de dirigentes y militantes socialistas que, muy preocupados, le reclaman no dar un paso atrás.
Sánchez anunció el miércoles que se daba unos días de reflexión para meditar si merecía la pena seguir al frente del Ejecutivo tras la campaña de “acoso y derribo” que cree que protagonizan contra él PP, Vox y medios y organizaciones afines a la derecha y la ultraderecha y que incluye los ataques a su esposa, Begoña Gómez.
La apertura de diligencias por parte de un juzgado de Madrid tras la denuncia presentada contra ella por Manos Limpias por la supuesta comisión de delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios fue el detonante de su decisión de abrir la puerta a la dimisión.
Nadie, ningún ministro ni ningún dirigente del PSOE, incluso de su círculo más cercano, se atreve a augurar lo que ocurrirá, y todos los que se han pronunciado públicamente o han sido consultados por Efe coinciden en que no se puede descartar nada.
La sensación que transmiten es que Sánchez pensó en dimitir tras conocer la denuncia contra su mujer, pero que, para no actuar en caliente, decidió darse unos días de reflexión tal y como expuso en su carta a la ciudadanía.